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viernes, 3 de marzo de 2017

Marzo2017/Miscelánea. XLV VERMÚ LUVITIEN ( PACO MARTÍNEZ SORIA DIBUJO DE RUEDA)

Paco Martínez Soria en la comedia baturra "La tía de Carlos"
*
Tuvieron, durante el siglo XIX y buena parte del XX, gran éxito en la Corte las comedias baturras y los romances de ciego al estilo de Alberto Casañal. Muchas de estas comedias se pasaron al cine en el periodo franquista y se han prodigado en abundancia en TVE por ser, todavía, del gusto popular. No sabemos si LUVITIEN, al invitarnos a este vermú, pretende recuperar o reinterpretar la comedia baturra. Todo se andará y se verá. De momento, nos pasaremos a tomar el vermú mientras recreamos un romance de Casañal.
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La venida del Mesías
*
Según datos suministrados
por un vecino de Morata que lo vio venir
*
Angeles y serafines,
reyes, mainates, menistros,
cocineras y azafatas,
melitares y clérigos,
si tuvís sangre en las venas
y sois güenos católicos,
ya podís bailar de gozo
y reventar de jubilo,
que en el portal de Belén
el niño Dios ha nacido.
Viene á redemir al mundo
y á pedricar contra el vicio
y á convencer con razones
á los granujas y pillos
que quién llévanos á rastras
al borde de un pricipicio.
Aunque pudo, sin trebajo,
nacer igual que los ricos
en cama de ciertopelo
sobre colchones mullidos
rellenos de perlas finas
y diamantes y zafiros,
prefirió, pa dar ejemplo
de humildá y de patriotismo,
nacer al lao de un pisebre
miserable y raquítico
en la posada de un pueblo
de sais ú siete vecinos
ande no había ni escuela
ni botica ni medico.
Sigún los enteligentes
y astrónomos y eruditos
encargaus en aquel tiempo
de escrebir los periódicos,
la noche que vino al mundo
nuestro Siñor Jesucristo
estaban los termómetros
á cuatro grados ú cinco
bajo cero, lo cual que era
tan desagerao el frío
que aquella noche de perros
no se heló el probé angélico
porque cerca de él estaban
dándole calor y abrigo
con su prefumado aliento
una vaca y un burrico,
sin contar cuatro pastores
que, al pasar por aquel sitio,
á San José y á la Virgen
ofrecieron sus servicios.
Apenas tuvo el alcalde
noticia de lo ocurrido
sin perdida de momento,
pa evitase compromisos,
llamó á tos los concejales
que había en el Monecipio
y por acuerdo unánime
de cuasi tos los riunidos
(exceción de trece, que eran
lerrusistas acérrimos)
se organizaron á escape
unos festejos lucidos.
El gobernador, que estaba
apurao con tal motivo,
pa hacer alarde de juerzas
(pues estaba algo tesíco)
dio á los ceviles ordénes
severas y azto seguido
mandó que, á los Reyes Magros,
uno de sus domésticos
les juese á llevar á Oriente
un telegrama urgentismo.
Derigióse á Babilonia
aquel servicial subdito
á llevar el telegrama
amontau en un pollino,
y emprendió aquel largo viaje
rodeao del mayor segilo
pa que no se devulgara
la voz entre los judíos.
En sus palacios estaban
los reyes muy pacíficos
con su cetro y su corona
gobernando sus dóminos,
cuando el citao mensajero
se presentó de improviso
y el mensaje que llevaba
les entregó sin abrílo.
Así que los Reyes Magros
leyeron el anónimo
del gobernador, del trono
bajaron los tres de un blinco
y amontando sastifechos
en camellos auténticos
entre vitóres y vivas
del pueblo y del ejercito
los tres, á la par, salieron
de sus reinos respetivos.
Gaspar se llamaba el uno;
Melchor otro, sigún dijo;
y Baltasar, el tercero;
y los tres eran amigos
dende su más tierna infancia,
pues juntos habían ido
con los padres escolapios
á estudiar cuando eran chicos.
Como entre los tres nenguno
sabía bien el camino,
entre los montes andaron
nueve ú diez meses, perdidos,
hasta que salió una estrella
muy gorda y de mucho brillo
que, cogidos de las manos
los condució á su destino.
De regurosa etiqueta,
con maceros y músicos,
el alcalde y los ediles
salieron á recibílos
pa impedir que los de puertas
que no estaban alvertidos
les cobrasen el impuesto
ú les darán con los pinchos.
Al portal se encaminaron
y al ver al recién nacido
encunáronse los Reyes
muy humildes y contritos.
Uno le ofrece oro y plata;
otro, incienso y cosmético;
el otro, le ofrece mirria;
y el otro, que es muy cumplido,
le ofrece golver á vele
con su siñora, un domingo»
Ante Jesús se postraban
hombres, mujeres y crios,
y era tanta su alegría
al ver al recién nacido
que, sin compasión, lincharon
á tres ú cuatro cínicos
que ante el Siñor no quisieron
portase como es debido.
Catorce días duraron
los festejos y el bullicio.
Atestau de forasteros
llegaba, siempre, el tren mixto
é hicieron el gran nigocio
los cines y los casinos.
Y mientras llenos de argullo
bailaban probes y ricos,
los angeles en las nubes
cantaban á voz en grito:
«Gloria en el excelsis Dedo»
que quié dicir traducido:
«Gloria al Espirítu Santo,
gloria al Padre y gloria al Hijo
que pa redemir al mundo
en un portal ha nacido»
ALBERTO CASAÑAL
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Era natural de Tarazona.
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