Felipe González apuesta por una coalición de Gobierno entre
PP y PSOE "si el país lo necesita".
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Recientemente han tenido lugar en
Teruel y en el seno de Campus Universitario (con escaso éxito de público, a
Dios gracias) unas jornadas sobre “La Memoria Histórica”. No se trataba de
hacer, en tan alta a la vez que desprestigiada institución académica, un análisis desapasionado e
independiente de la pasada Guerra Civil (36-39). Todo lo contrario, se trataba
de la exaltación de un bando (el perdedor) y de aquellas virtudes que propiciaron
tan sonora derrota. Destacaba la prensa local la “solidaridad de las Brigadas
Internacionales”, esto es, un ejercito formado por fanáticos comunistas
(¿voluntarios?) que envió a España a ayudar a implantar el comunismo, el padrecito ESTALIN.
A la sazón, nuestro benefactor ruso está considerado, sin dudas ni ambages, el mayor
asesino de la historia (mandó asesinar al creador de la Cuarta Internacional, Trotski). Pudiera existir el error en aquella época sobre la
calaña del dictador soviético pues, hasta Machado le dedicó un poema que, al revisar
su obra manuscrita se han tenido que raspar (borra),
por guardar un poco de decoro. Pudiera
ser que las Brigadas Internacionales vinieran a España con algodón y povidona,
nosotros no sabríamos acertar la respuesta. Pero lo cierto es que, todavía, hay
en España gente que coloca en la mesa de autopsias el cadáver de Franco para tratar de comerse
algún gusano (Garzón pidió el certificado de defunción de Franco). Lo hacen quienes desde la izquierda añoran la última etapa de la Guerra
Civil (36-39) de hegemonía comunista. Por ello, cuando agitan en las
manifestaciones la bandera republicana, no están proponiendo una república
democrática, están señalando la fase en la que la Segunda República Española fue un régimen comunista totalitario.
A día de hoy el PCE y flotilla
aneja mantienen vivas (en la teoría y la práctica) el método revolucionario
para conseguir el poder. El PCE se infiltra en el PSOE, un partido socialdemócrata,
que se formó/reorganizó en la transición con los “famosos maletines” que venían
de la socialdemocracia alemana. Esta transfusión permanente de sangre
(dirigentes del PCE al PSOE, cada Director General transporta consigo su equipo) hace que una parte del PSOE sienta como suyos los planteamientos
ideológicos y estratégicos del PCE. Pero la revolución es un lujo que ya no
está a nuestro alcance. La división entre PATRONOS y PROLETARIOS ya no está
nada clara y los HIJOS DE LA CLASE OBRERA ya tienen, muchos de ellos, cuentas
(nada corrientes) en algún paraíso fiscal, el último caso es el de Magdalena Álvarez
muñidora de la corrupción andaluza y lo que salga en ADIF (en Luxemburgo).
Por todo ello y más… las palabras
de Felipe González son acertadas. Un gobierno, como en Alemania, entre el
centro derecha y el centro izquierda visualizaría la solución a dos problemas importantes que tiene España:
Primero, la renuncia tácita y explícita de la izquierda a la revolución. En la práctica se notaría por el cese
del acoso al Estado y el ejercicio de una oposición más racional y menos visceral.
Segundo, tan importante como el
primero, el coto definitivo al nacionalismo segregacionista periférico y la lealtad de todos al Estado Español.
Con ello se daría paso a una
España fuerte en Europa y a una profundización en nuestro régimen democrático.
Pero, como las cosas buenas apenas suceden en la casa del pobre, seguro que nos
apuntamos otra vez a la inestabilidad política y al paro.
Nota para los que se espantan de cualquier cosa: en Aragón ha gobernado el PSOE con el PAR siendo, éste último, más rancio que el PP... y qué me cuentan de Extremadura.
Nota para los que se espantan de cualquier cosa: en Aragón ha gobernado el PSOE con el PAR siendo, éste último, más rancio que el PP... y qué me cuentan de Extremadura.
A propósito de las fotografías de
este artículo, una cosa debe aprender la izquierda ESPAÑOLA de la derecha
ESPAÑOLA, se trata de desprenderse de los fantasmas del pasado:
¡ESPAÑOLES, FRANCO A
MUERTO!
Antigua Lonja de Orihuela del Tremedal.
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Espinosa, Villén, Cavero, Sánchez, Martínez, Sorando... son apellidos muy corrientes en Orihuela.
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Escudo entado en losange.
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Cuando oigas que un cacique
al pueblo va a defender,
para que no te equivoques
lo has de entender al revés.
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