Plano del segundo tramo del recorrido.
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Nada más comenzar el segundo tramo, Gachero-Marcial, nos relató una fantástica historia (verídica) ocurrida en la capital hará ya más de 80 años y que escuchó contar en una cantina a un viejo llamado Chusé, de barbas blancas y gorro de marinero.
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Pinchad en la siguiente dirección para leer el relato:
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Pinchad en la siguiente dirección para leer el relato:
Antigua presa romana.
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Apenas recuperados del impacto emocional de la historia, nuestros ojos cavaron en la profundidad de un paisaje hecho maravilla. El agua, la piedra y la verdura se conjugan en arabescas formas. A la vez, la cadencia del aire crudo y limpio del cielo turolense, invitan a la ensoñación y a la fantasía.
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Dejó Gachero-Marcial que continuáramos sin su compañía hasta el final del recorrido, pues, le dolía una pierna. "Continuad sin mi", nos dijo, pero sabed que, el que vais a recorrer, es el tramo más bello del río Guadalaviar. Lástima que al final se trunque el encanto al chocar con el muro de la presa.
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Y en verdad, fue grato a nuestros sentidos el paseo. Que juzgue el amable lector, fiado en las fotografías que adjuntamos.
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Lugar donde el Guadalaviar, por efecto de los rayos solares y la floresta, se torna azul.
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Blanco, verde y rojo.
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El río encajonado entre peñascos dibuja espacios de singular belleza y lucha por salir a la vega de Dornos y Teruel.
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Sólo cinco Gacheros llegaron al final del recorrido.
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Punto de retorno.
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