EL ORIGEN DE LA
IGLESIA DE SAN BLAS
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Allí donde el Guadalaviar se
ensancha y forma la vega de Dornos, junto a la acequia de la Guea, tenía un
padre levantada casa y cultivados campos con los que alimentar a su familia. El
padre trabajaba la tierra y la madre educaba a los hijos. Crecieron y uno de
ellos se casó y tuvo cinco hijos. El otro permaneció soltero. Sin embargo todos
vivían en armonía en la casa familiar.
Poco a poco el padre fue
envejeciendo y sintió que la vejez le impedía trabajar los campos. Así que un día
les dijo a los hijos: de mi casa, de mi tierra, y de mis ganados; cuando yo me
muera, sea la mitad para cada uno y para el sustento de vuestra madre.
Pasó un poco de tiempo y murió el
padre. Los hijos hicieron lo que les había señalado el padre y se repartieron
la tierra y el ganado. Dividieron la casa y la siguieron habitando con su madre,
como hasta entonces lo habían hecho.
Pasó el primer año y cada hermano
cultivo su tierra. Tras la siega, recogieron el trigo en el granero, cada uno
en su parte. Una vez terminada la cosecha, aquella noche se echaron a la cama a
dormir, tranquilamente.
El hermano casado pensó. Pobre
hermano mío, sin hijos que le den descendencia. Dios no ha sido bondadoso con él
y vivirá siempre en soledad y sin una compañera que le consuele en las
desdichas. Voy a coger parte de mi trigo y ahora que está durmiendo se lo llevaré
a su montón para que pueda disfrutar al menos de una vida más holgada.
El otro hermano que era soltero,
tampoco podía conciliar el sueño y pensó. Pobre hermano mío, Dios le ha dado
cinco hijos y una mujer para alimentar. Muchos son los trabajos que tendrá que
hacer para sacarlos adelante. No tendrá sosiego y la fatiga le amedrentará. Si
yo pudiera ayudarle… Y se dijo, ahora que está durmiendo me levantaré, cogeré
parte de mi trigo y lo echaré en su montón. Al menos con ello podrá tener una
vida más desahogada.
Como era de noche iba cada uno
con una lámpara para iluminarse en la casa. Al encontrarse y relatarse entre
ellos lo que habían pensado y hecho, se abrazaron y lloraron.
Dios que vio el profundo amor de
los hermanos los bendijo y dijo: cerca de esta casa levantaré un templo y adornaré el valle con las aguas más claras y los más hermosos jardines . Poetas como Gil Polo y trovadores como el tenor Marín, encontraron la felicidad junto al Guadalaviar.
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