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miércoles, 12 de febrero de 2014

Febrero2014/Miscelánea. OS BERDES BERANOS (CALAMOCHINOS) DE CHUSÉ MARÍA Y CHABIER DE JAIME LORÉN

CUENTOS Y DIZIENDAS DE CALAMOCHA
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Si usted es padre, y cuando le nació su hijo llevaba pegado a la oreja un móvil, es un decir,  pero luego  creció con las llamadas, los mensajes, los juegos y con chismes cada vez más sofisticados. Si su caso es de esos o en los que su hijo pasa más horas atento al aparato que a lo que usted le dice. Si come y duerme conectado al móvil. Si viaja en autobús o realiza actividades extraescolares pendiente del “celular”. Si por las noches duerme con la tableta en la mesilla, enchufada. Si llama a su hijo y no le contesta porque está pendiente del dichoso trasto y usted, le grita y se desespera… todavía no arroje la toalla. Aún está a tiempo de leer el libro de Chusé María Y Chabier de Jaime: Os berdes beranos.
Es verdad que está escrito en fabla aragonesa, pero es muy comprensible y tiene al final un vocabulario (calmochino, eso sí) que le resolverá las dudas y le hará aprender muchas expresiones típicas de nuestra tierra. Es este un libro lleno de frescura y espontaneidad, que cuenta de forma amena y desenfadada las andanzas de un “zagal”, "suelto" por mitad de Calamocha, durante los veranos de su infancia. Si lo lee, y una vez leído y asumido todo lo que en él se cuenta, se atreve a "soltar" durante un verano a su hijo, sin móvil, en un pueblo de Aragón (que haya críos, eso sí), posiblemente esté usted empezando a recuperar la salud y el equilibrio físico y emocional de su hijo. 
En el pueblo se acabaron las actividades extraescolares y los juegos por horas. Tiempo libre de forma infinita. Descubrir  espacios increíbles: majadas, teñadas, hornos, eras, lavaderos, huertos, barrancos…. Volver a casa derrengado y sin casi cenar, pedir la cama. Saber lo que es un restregón, una herida, chafarse un dedo o hacerse un moratón, también educan y enseñan. Entrar en contacto con los viejos de los que aprender historias, recibir consejos y conocer la amplitud del término municipal. Bañarse en el río sin la vigilancia de los padres y contar historias a viva voz, sin aparatito. Disfrutar de la comunicación verbal directa y espontánea. Buscar la complicidad de los demás. Saber guardar un secreto. Hacer la galima, corre tras los perros, echar de comer a las gallinas y a los puercos, subirse a las barderas, correr con la bicicleta, jugar a Ministros y Ladrones, Tres Navíos en la Mar… Si su hijo supera la prueba del pueblo sin móvil: está curado (de momento). La experiencia no tiene precio y, como le pasó a Chusé María, dura toda la vida con el factor añadido de su huella imborrable. Para realizar todo esto no se necesita dinero pero, es imprescindible tener dos cosas: abuela y pueblo.
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ASÍ COMIENZAN:
OS BERDES BERANOS
“Ye fázil que pa muita chen siga más atrautibo emplegar as bacancias en l´apartamento d´a placha u con cualsiquier biache parau con un achenzia. Pos bien, pa las curtas entendederas d´un nino como yo, denguna de as atrás cosas zagueras podaba contimparar-se con as bacancias calamochinas mías. Cuan plegaban as primeras calors, papas me facturaban dende Exea de os Caballers u dende Segorbe, y allí se quedaban con os chirmans chiquetes a rematar o curso, mientres jopaba lixero enta o lugar pa retrobar-me con os buenos amigos d´a nineza, en ixa ampla libertá qu´esfrutaba con yaya Paca, que no teneba garra problema de dixar-me campar a o gusto mío.”
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Edita: José María y Javier de Jaime Lorén.
Depósito Legal: V-1029-1993
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