CUENTOS Y DIZIENDAS DE CALAMOCHA
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Si usted es padre, y cuando le
nació su hijo llevaba pegado a la oreja un móvil, es un decir, pero luego creció con las llamadas, los mensajes, los juegos y con
chismes cada vez más sofisticados. Si su caso es de esos o en los que su hijo
pasa más horas atento al aparato que a lo que usted le dice. Si come y duerme
conectado al móvil. Si viaja en autobús o realiza actividades extraescolares pendiente
del “celular”. Si por las noches duerme con la tableta en la mesilla,
enchufada. Si llama a su hijo y no le contesta porque está pendiente del
dichoso trasto y usted, le grita y se desespera… todavía no arroje la toalla.
Aún está a tiempo de leer el libro de Chusé María Y Chabier de Jaime: Os berdes
beranos.
Es verdad que está escrito en
fabla aragonesa, pero es muy comprensible y tiene al final un vocabulario
(calmochino, eso sí) que le resolverá las dudas y le hará aprender muchas
expresiones típicas de nuestra tierra. Es este un libro lleno de frescura y
espontaneidad, que cuenta de forma amena y desenfadada las andanzas de un “zagal”, "suelto" por mitad de Calamocha, durante los veranos de su infancia. Si lo lee, y
una vez leído y asumido todo lo que en él se cuenta, se atreve a "soltar" durante
un verano a su hijo, sin móvil, en un pueblo de Aragón (que haya críos, eso sí),
posiblemente esté usted empezando a recuperar la salud y el equilibrio físico y
emocional de su hijo.
En el pueblo se acabaron las
actividades extraescolares y los juegos por horas. Tiempo libre de forma
infinita. Descubrir espacios increíbles:
majadas, teñadas, hornos, eras, lavaderos, huertos, barrancos…. Volver a casa
derrengado y sin casi cenar, pedir la cama. Saber lo que es un restregón, una
herida, chafarse un dedo o hacerse un moratón, también educan y enseñan. Entrar
en contacto con los viejos de los que aprender historias, recibir consejos y
conocer la amplitud del término municipal. Bañarse en el río sin la vigilancia
de los padres y contar historias a viva voz, sin aparatito. Disfrutar de la comunicación
verbal directa y espontánea. Buscar la complicidad de los demás. Saber guardar
un secreto. Hacer la galima, corre tras los perros, echar de comer a las
gallinas y a los puercos, subirse a las barderas, correr con la bicicleta,
jugar a Ministros y Ladrones, Tres Navíos en la Mar… Si su hijo supera la
prueba del pueblo sin móvil: está curado (de momento). La experiencia no tiene
precio y, como le pasó a Chusé María, dura toda la vida con el factor añadido de su huella imborrable. Para
realizar todo esto no se necesita dinero pero, es imprescindible tener dos cosas: abuela y pueblo.
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ASÍ COMIENZAN:
OS BERDES BERANOS
“Ye fázil que pa muita chen siga
más atrautibo emplegar as bacancias en l´apartamento d´a placha u con
cualsiquier biache parau con un achenzia. Pos bien, pa las curtas entendederas
d´un nino como yo, denguna de as atrás cosas zagueras podaba contimparar-se con
as bacancias calamochinas mías. Cuan plegaban as primeras calors, papas me facturaban
dende Exea de os Caballers u dende Segorbe, y allí se quedaban con os chirmans
chiquetes a rematar o curso, mientres jopaba lixero enta o lugar pa retrobar-me
con os buenos amigos d´a nineza, en ixa ampla libertá qu´esfrutaba con yaya Paca, que no teneba garra problema de dixar-me campar a o gusto mío.”
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Edita: José María y Javier de Jaime Lorén.
Depósito Legal: V-1029-1993
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