Portada de la suntuosa capilla llamada del Oilvar, en Perales del Alfambra, desmantelada en la Guerra Civil (36-39).
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Todo comienza cuando Raimundo de Castrocol logra para el Capítulo General Eclesiástico de Teruel, el cobro del diezmo que se repartirá en cuatro partes: Una para Santa María de la Media Villa (propiedad del obispo de Zaragoza), otra para el culto, otra para raciones (de ahí racioneros) y otra, cuarta, para los pobres. Este grupo de poder eclesiástico, ligado estrechamente a la sociedad civil representada por el Juez y el Fuero de Teruel, formarán una masa crítica defensora a ultranza de sus privilegios. Hoy se interpreta esa resistencia al cambio y a la modernidad como signo progresista y se le otorga, al Juez Villanueva, (en pleno siglo XXI) una calle. Por contra, se ignora, minusvalora o menosprecia la lealtad de otras actuaciones más coherentes con el momento político que les tocó vivir (La Unión de Armas), como fuera la de Fray Juan Cebrián Pedro (natural de Perales).
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La necesidad de constituir una
población con abundantes recursos humanos y materiales con los que acudir a la
conquista de Valencia hizo que Alfonso II de Aragón dotara a Teruel con un potente FUERO
y al Clero turolense con un poderoso CAPÍTULO eclesiástico. Si al principio
esta dualidad funcionó bien para la monarquía aragonesa pronto, los reyes de
Aragón, vieron la necesidad de cambiar las cosas. Ya en las Cortes de Teruel Alfonso
V el Magnánimo tiene que matar al altanero Juez Villanueva. De la misma guisa cuando Fernando
el Católico introduce el Tribunal la Santa Inquisición en nuestra ciudad sólo encuentra por
aliados a los Marcilla. Tras la implantación del alto Tribunal de la Santa Inquisición,
éste tiene que torturar hasta algún clérigo. Señal, ésta, de la estrecha
alianza de intereses entre el poder civil y el eclesiástico. No en vano los racioneros
los son: por ser hijos de la ciudad (de teruelanos padres). Los emisarios que
periódicamente envía el obispo de Zaragoza a nuestra ciudad certifican el
enriquecimiento personal del clero turolense, más allá de lo prudente. Por todo
ello Juan II, primero, y Pedro IV, después, pedirán a la Santa Sede la creación de una Seo o Sede
Episcopal. Será con Felipe I de Aragón cuando se acabe con ambas instituciones (Fuero y Capítulo).
Los racioneros “mueren” más lentamente y algunos individuos incluso llegarían hasta el siglo XX, aunque sólo fuera nominalmente. Los reyes vieron la
dificultad de gobernar un territorio lleno de vallas, zanjas, cortijos,
excepciones, personalismos… y, aunque Fernando
II el Católico hizo un profundo trabajo cercenando muchos señoríos, algunos de ellos cuasi con poder regio (Galicia: Pedro Pardo de Cela Rodríguez de Aguiar y Ribadeneira fue un
señor feudal (El Mariscal) decapitado en Mondoñedo en 1483 por orden de los
Reyes Católicos. Partidario de la Princesa Juana la Beltraneja, al morir el
padre de esta princesa, Enrique IV de Castilla, se enfrentó a la política de los
nuevos reyes de Castilla, Isabel I de Castilla y su marido, Fernando II de
Aragón.), sin embargo, la
cosa no estuvo ni está resuelta hasta el día de la fecha, al menos en el capítulo
de las LEALTADES (véase el actual chantaje al Estado de Cataluña y las Provincias Vascas).
Cuando se produce en España el
capítulo de nuestra historia titulado LA UNIÓN DE ARMAS, saltan los resortes y
los catalanes, por ejemplo, dicen que ellos no colaboran en los gastos de la
Corona. Sin embargo en Teruel, donde ya se había acabado con el FUERO y con el
poder de los RACIONEROS las cosas suceden de forma totalmente distintas. Fray
Juan Cebrián Pedro, a la sazón obispo de Teruel, es ejemplo de cuanto decimos.
El obispo se pone a disposición de la política del monarca. El Clero, con las
novenas, las procesiones y las prédicas en púlpitos o predicaderas, hace un trabajo de
propaganda impagable. Por otra parte, el Clero turolense contribuye a los gastos
de la guerra con el tercio de la carga y reclama su deseo de participar cuando
se le excluye. Visto el trabajo impecable del obispo de Perales y su neta
contribución a la política estatal es nombrado Arzobispo de Zaragoza y Virrey
de Aragón. Cebrián es ejemplo de político leal al Estado (representado en este momento histórico en el rey). En esta época el obispo de
Teruel tenía una ascendencia sobre la población superior a la de los poderes civiles.
Muchas veces, el prelado, con insinuar una cosa ya era hecha. Cierto que tuvo “problemas”
internos con el cabildo, pero eso al rey le importaba poco.
Repasar este periodo tan poco
aireado de la historia de Teruel puede ser ilustrativo a la vez que formativo.
Sin embargo, esta simbiosis entre TRONO Y ALTAR habría de dar muchos problemas
en el siglo XIX con la aparición del liberalismo económico. Todo lo dicho se comprenderá mejor leyendo a Juan José Polo Rubio:
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"AYUDA ECONÓMICA PARA LAS
CAUSAS REGIAS
Tan pronto como Fray Juan Cebrián
regresó de las Cortes celebradas en Zaragoza a Teruel, en el mes de junio de
1642 propuso al cabildo catedralicio que sería necesario celebrar sínodo (sic)
«para ver cómo la ciudad y los pueblos podían ayudar a la nación en la cuestión
de las levas de soldados, para defender la nación contra la invasión de los
franceses». El obispo les sugirió también que programasen algunos actos
litúrgicos para pedir a Dios por el éxito de las armas españolas, dado que los
franceses se habían apoderado «de muchos lugares».
El cabildo catedralicio tomó
buena nota de las propuestas episcopales, nombró cuatro capitulares para
estudiar el asunto —el deán Pedro Martínez Rubio, el tesorero Pedro Lázaro
López y los canónigos Juan Pasamonte y Lorenzo Dimas Carnicer— y retrasó unos
días la celebración de los actos culturales, puesto que estaba ocupado en la
celebración del Corpus Christi y su octava.
Con fecha 3 de julio el cabildo
acordó hacer un novenario de misas pidiendo por esa intención, que daría
comienzo el 6 de julio. Durante la misa se recitarían también las letanías de
los Santos «semitonadas, como se acostumbra en tiempo de guerra». Convendría
que la noticia se divulgase desde «los púlpitos, para que el pueblo asistiese
estos nueve días».
Una vez acabada la novena de
misas, se vio conveniente continuar con dichas rogativas y, al mismo tiempo, «se
dio aviso a todas las iglesias y Órdenes para que asistieran a una procesión
general que el señor obispo y cabildo habían convenido que se hiciera». La
procesión pasaría junto al Hospital y la iglesia de San Pedro.
Además de la oración que
consideraban muy necesaria, en el mes de agosto los munícipes y autoridades
comenzaron a estudiar medidas concretas de tipo económico y de levas de
soldados. El cabildo designó al deán Martínez Rubio y al canónigo Juan de Asín
para tratar el tema.
La ciudad de Teruel debía
colaborar a la Unión de Armas con 2.567 libras y 8 dineros. La tercera parte
(855 libras y 26 dineros) sería abonada por los eclesiásticos de la ciudad, a
modo de «donativo gracioso». Los capitulares comunicaron este acuerdo al obispo
y al cabildo. El obispo Cebrián, aceptando la propuesta, prefería que el dinero
que se debía aportar fuese entregado en calidad de sisa o impuesto y no como
«donativo gracioso». Y así se comunicó a los síndicos y jurados de la ciudad." (Juan José Polo Rubio)
Armas de Fray Juan Cebrián Pedro
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EL DINERO DE LOS RACIONEROS
El clero obtenía sus recursos de
la siguiente forma. En primer lugar los diezmos y las primicias. En segundo
lugar de los aranceles por impartir los sacramentos: bautizos, comuniones,
bodas, entierros (en capillas y en sagrado el precio era exorbitante),
confirmaciones. Particularmente gratificante era el de la penitencia si iba
acompañado de la guía espiritual, pues dejaba herencias y aniversarios de rico
contenido patrimonial y monetario. Las indulgencias, por la adoración de las
reliquias, era también un lucrativo negocio (recuérdese que el Papa Clemente
VIII dejó a la ciudad de Teruel una larga lista de relicarios entre los que se
encontraba uno con leche de la Virgen María). Una vez conseguido el
dinero, el “racionero” lo ponía a trabajar comprando y arrendando cabezas de
ganado y trozos de tierra de la vega. De esta forma se cerraba un ciclo económico completo en el que el clérigo era cada vez más rico.
Así estaban bien y la fe les garantizaba la estabilidad permanente del sistema.
Cualquier indicio de cambio era afrontado con todo tipo de estrategias a su
alcance, sin desdeñar ninguna.
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RELIQUIAS QUE DEJÓ A
LA IGLESIA DE SAN PEDRO (TERUEL) EL PAPA TUROLENSE
GIL SÁNCHEZ MUÑOZ Y
CARBÓN (CLEMENTE VIII)
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Primo de la fusta de
la vera Cruz
ítem de la leche de
la virgen Maria
ítem de la ropa de la
virgen Maria
ítem del pilar en el
qual Nuestro Señor fue azotado
ítem de los huesos de
Sant Pedro y Sant Pablo apóstoles
ítem [tachado: un
quixar] una muela de Sant Pedro apóstol
ítem [tachado: un
quixar] una muela de Sant Clemente y un hueso
ítem de la mirra que
presentaron los tres reyes
ítem de la [tachado:
verga] vara de Moisés
ítem de la mano de un
inocente
ítem un hueso de Sant
Cristóbal
ítem un hueso de Sant
Valentín mártir
ítem de los huesos de
Sant Pedro Alejandrino papa y mártir
ítem de los huesos de
Sant Lino papa y mártir sucesor de Sant Pedro
ítem un hueso de Sant
Hilario de Pictavia
ítem de los huesos de
Sant Andrés
ítem de los huesos de
Sant Estaban
ítem de los huesos de
Sant Llorente
ítem de los huesos de
Sant Vicente
ítem del hábito de
Sant Francisco
ítem de la fusta de
la lanza de Longinos
ítem del velo de
Sancta Clara
ítem de los huesos de
Sant Nicolás
ítem de los huesos de
Santo Domingo
ítem de los huesos de
Sancta Catalina
ítem de los huesos de
Sant Tomas de Canterbury
ítem de los huesos de
Sant Jorge
ítem de los huesos de
Sant Bartolomé apóstol
ítem de los huesos de
Sant Cosme y Damián
ítem del arca de los
Santísimos Corporales
ítem de los huesos de
Sant Tomas apóstol
ítem de los huesos y
carne de San Blas
ítem de los huesos de
San Sebastián ay una costilla y de la sangre
ítem de los huesos de
Sancta Engracia mártir es de Zaragoza
ítem de los huesos de
Sancta Margarita
ítem una costilla de
Sancta Águeda
ítem del sepulcro de
Sancta Ana madre de la virgen Maria
ítem de los huesos et
sangre de las once mil vírgenes
ítem de los huesos de
Sancta Lucía
ítem de las piedras
del sepulcro de Santa Susana
ítem un hueso de Sant
Valero
ítem de las cruces de
Sant Pedro y Sant Andrés
ítem de los huesos de
Sant Juan y Sant Pablo mártires
ítem de la tierra del
Santo Sepulcro
*