NAZISMO Y COMUNISMO
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SOBRE LAS RUINAS DE LA VIEJA
SOCIEDAD.- El paso de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea se hace de forma
violenta, una violencia (revoluciones románticas) que ya no nos abandonara hasta el siglo XXI. La Edad Contemporánea
pone fin a la monarquía absoluta (“rey de España por la gracia de Dios”). Son
los franceses los que ponen a funcionar la guillotina y, con Napoleón, una
corriente liberal y revolucionaria recorre Europa. Sin embargo, la soberanía, de facto, no pasa
al pueblo y es la burguesía elevada luego a la categoría de capitalismo la que
domina el mundo civilizado (la vieja Europa). Inglaterra es la “fabrica del
mundo” y nace el socialismo con Marx, Engels, Lenin, Stalin, Bakunin …
UNA SOCIEDAD INJUSTA.- El liberalismo
económico, el capitalismo, la cacareada soberanía popular y una sociedad que
caminaba sin rumbo, habían creado el descontento (una sociedad de clases). A
dar solución a este problema acuden dos movimientos sociales, revolucionarios, de extraordinaria
virulencia: el Comunismo y el Fascismo. Ambos tienen puntos en común y alguna divergencia.
Al Comunismo se le ha llamado Socialismo Internacionalista y, al Fascismo, Socialismo Nacionalista.
EL ESTADO SERÁ DIOS.- El padre del
fascismo es Mussolini y el padre del comunismo es Lenin. Los dos sistemas fueros
extremadamente violentos, pero si queremos comprender el pensamiento de ambos
modelos, debemos olvidarnos por un momento de contar el número de muertos, que
fue aterrador.
Dos principios les guían a ambos sistemas.
Primero, logran sustraer la soberanía del pueblo (no importa el método,
democrático o revolucionario) y apoderarse de ella una pequeña élite, al frente
de la cual estará un líder, este líder será indiscutible: será DIOS. Al
considerarse estos nuevos líderes la “última referencia moral”, no dudan en acometer las más
descabelladas empresas en nombre de una sociedad futura, justa y feliz. Tanto
Hitler como Stalin son capaces de aniquilar pueblos enteros (etnias) y desencadenar
guerras que costaron millones de seres humanos sacrificados inútilmente.
Ninguno de los dos logró esa ARCADIA feliz que pretendía sino todo lo contrario: muerte y destrucción. El segundo
instrumento que utilizan es la destrucción del pensamiento libre en el
individuo, dice Lenin: “Destruiremos su moral, la familia y la espiritualidad”.
El Estado crea sociedades uniformes y uniformadas con un sistema militarista y
sin libertad de pensamiento, de culto o de educación. El Padre Estado proporciona
todo lo que un individuo necesita para ser feliz. Por esa razón, algunos
fanáticos nazis se suicidan cuando cae el régimen, creen que no es posible
vivir fuera de nacional socialismo.
Atendiendo a lo dicho anteriormente
es conveniente recalcar el peligro que
encierran estos dos modelos y que recientemente han sido “condenados” desde una
alta instancia de la Unión Europea. A tal efecto en Alemania no están
permitidos ni los partidos políticos nazis ni los partidos políticos
comunistas.
Dos cosas debemos saber en función de
la experiencia traumática del siglo XX: Primera: El Estado no es Dios, es decir,
no está por encima del individuo, sino que está para proteger los derechos del
individuo, de la persona. Segundo: la libertad de pensamiento y expresión, la
pluralidad de corrientes ideológicas, la libre concurrencia de partidos y la
creación de mentes críticas, son garantía de una sociedad LIBRE.
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