Son dos hermanas, Clotilde (Poeta) y Blanca (Botánica), dos mujeres turolenses del XIX.
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Nacieron en Monreal del Campo y se criaron en Valdecabriel. Clotilde cultivó la poesía y firmaba casi siempre con el pseudónio de La Hija del Cabriel. Forman parte de esa colección de mujeres turolenses (anónimas) a las que el mejor de los artistas españoles del siglo XX, Pablo Serrano, les dedicó uno de sus más representativos monumentos (La Mujer Labradora, en el parque de Los Fueros de Teruel). Maestras como Dolores Llorente y Cirera o amas de casa como Irene Escriche, formaron a genraciones de turolenses que supieron ganarse la vida dentro y fuera de los limites provinciales con destacada solvencia.
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¡ANTE LA TUMBA DE MI
MADRE!
Madre mía bendita,
Otra vez vengo
a postrarme de
hinojos
ante tus restos.
Con llanto amargo,
otra vez tu sepulcro
vengo a regarlo
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¡Que triste es el ser
huérfana,
ay, madre mía!
Errante y solitaria
pasa la vida.
Nadie me quiere,
nadie de mis pesares
se compadece.
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Te voy buscando en
vano
por todas partes,
y a mis tristes
gemidos
responde el aire.
¡Madre del alma!
te has ido y me has
dejado
abandonada.
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¿Qué me importa que
el mundo
me brinde goces,
si encuentro las
espinas
tras de las flores?
¡Triste existencia,
pues siempre a la
alegría
se une la pena!
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¡Qué frío tan
horrible
siento en el pecho
desde que no recibo
tus dulces besos!
Besos benditos,
que envidiaban los ángeles
del paraíso.
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Tú, que con ellos
moras,
madre querida,
dirige una mirada
sobre tu hija.
No me abandones,
compadécete, madre,
de mis dolores.
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Arriba estoy mirando
siempre anhelante.
¡Es tan triste, tan
triste
no tener madre!
Oye mis ruegos,
y llévame muy pronto
contigo al cielo.
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LA HIJA DEL CABRIEL
Valdecabriel, 8 de
mayo de 1889
Miscelánea Turolense