DIECIOCHO DE OCTUBRE
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Fue para San Antón, lo recordaban bien porque en la televisión estaban dando noticias sobre los disturbios producidos en el barrio de Gamonal, en Burgos. Aquella noche de hogueras bebió demasiado y
luego todo fue un sinfín de despropósitos. Era ya la madrugada, helada y triste
del enero turolense, cuando volvió a casa. Se duchó y puso la ropa a lavar en
la lavadora. Su madre no se tenía que enterar de nada… y no se enteró. Era
sábado dieciocho de enero y le quedaba hasta el lunes para descargar la
borrachera y para meditar sobre lo que había pasado. Ya, al medio día, cuando
conectó el móvil empezaron a llegar los mensajes. Antonio, su compañero de
instituto bromeaba sobre lo ocurrido y todo parecía divertido y sin maldad. Volvió a apagarlo para comer. La conversación
con sus padres fue intranscendente y, a
lo más, le inquirieron sobre el plan de estudios para los próximos días.
Pasaban los días y no parecía que hubiese novedad de ninguna clase. Vuelta,
pues, a la rutina diaria. Carmen era una chica normal, estudiosa, centrada en
sus cosas y a los padres no les daba ningún problema.
De pronto y sin previo aviso, todo cambió con los vómitos y las
nauseas en clase. Todo el tiempo era salir corriendo hacia el lavabo y sentir
los comentarios de sus compañeras a la espalda. Los chicos, apenas se enteraban
de nada... Antonio, tampoco. Bueno, empezó a mosquearse con las insinuaciones de
las chicas y no sabía muy bien a que venían esas “bromas”. ¡Dejadlo ya, que no
hace ninguna gracia!, decía él.
Su madre la llevó al médico y se
le hizo una ecografía. No había la menor duda, allí estaba el óvulo pegado y
bien pegado a la pared del útero. La doctora le explicó con mil detalles todo
el proceso de fecundación. Se trata, le dijo, de una nueva vida. Esto no es un
juego. Sus padres apuntaron la posibilidad del aborto. De momento no se le ve
ninguna anormalidad…. Sí, dijo la madre, pero es tan joven. Además tiene que
hacer sus estudios. Lo más importante es terminar una carrera, luego ya vendrá
todo lo demás. La doctora les dijo que lo madurasen en casa, que lo estudiaran
bien, que hablaran con la otra parte (Antonio y sus padres), pero el feto era
del todo normal.
Carmen pasó días y días sin
dormir, no sabía que hacer. Era tanta la responsabilidad y ella no se había
visto nunca en otra igual. Hasta la fecha todo se lo habían dado hecho sus
padres: estudios, vestido, comida, dinero de bolsillo, vacaciones. Pensó que todavía
era muy joven, que no había madurado mucho y que aquella nueva responsabilidad
era terrible para ella. Sus padres pidieron asesoramiento, analizaron las
posibilidades y hablaron con la hija. Luego, estaba el aborto. Para lo del
aborto todavía estaban en plazo, así que dejaron pasar quince días más.
A Carmen y a Antonio les dijeron
que había un plan del Gobierno que les ayudaría en el caso de querer seguir con
el embarazo. En aquellos días los dos chicos se habían sentido cada vez más
unidos y Antonio estaba siempre pendiente de ella. Las familias habían hablado
y estaban de acuerdo en una solución pactada y una responsabilidad compartida
en cualquier caso, tanto para el caso de querer abortar, como para seguir con
el “nasciturus”. En las siguientes
ocasiones que fueron al médico, Carmen ya fue acompañada también por Antonio
que prestó muchísima más atención a las explicaciones de la doctora. Desde
luego, él era muy despistado en clase y con facilidad perdía el hilo de las
explicaciones. Pero ahora, era diferente, el asunto le afectaba con una
contundencia total y notaba los latidos de su corazón como si éste se le fuera
a salirse del pecho. La doctora les dijo con tono misterioso..., prestar atención. Lo que vais a oír ahora
tiene más importancia que toda las charlas que os han dado hasta la fecha,
tanto profesores como funcionarios. En unos momentos escucharon con toda nitidez,
la doctora había subido el altavoz a tope, el latido del corazón de ese nuevo
ser que ya estaba en camino.
Los dos salieron del consultorio, cabizbajos y cogidos de la mano.
¿No abortaremos verdad? Preguntó él. No, dijo ella con rotundidad.
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Hoguera de San Antón
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Pintura de Zurbarán
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Óvalo
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Viaductos
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Cofiero
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Hoguera de San Antón en la campa de Telefónica.
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