(El más universal de los encinacorberos)
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Ninguna villa tan afortunada como Encinacorba por ser cuna
del ilustre Lagasca, príncipe de los botánicos españoles. Ningunas fiestas patronales sin el recuerdo del hijo
predilecto. No hay ningún vecino, dentro o fuera de la villa, que no haya
sentido alguna vez la tentación de acercarse a conocer la vida y obra del más
ilustre botánico europeo de su tiempo. Sabemos que, ahora, el Congreso de los
Diputados ha pedido algunos datos que completen su extensa e intensa biografía.
Una vida y una obra, las de Lagasca, que todavía distan mucho de ser
definitivamente conocidas en toda su amplitud. Lagasca fue naturalista,
científico, pedagogo, político, médico, militar, geógrafo, publicista y le
quedó tiempo para crear una familia, sufrir mil penalidades, ser condenado a
muerte, padecer el exilio y trabar amistad con lo más granado de la
intelectualidad europea del momento. Lagasca murió en el Palacio Episcopal de
Barcelona, rodeado y admirado por naturalistas catalanes. Fue mimado y
protegido en sus últimos días por un ilustrado obispo que en ese momento
ocupaba la Silla Episcopal en la Ciudad Condal. No olvidemos la doble vertiente
de Lagasca: se educa en la ideas de la Ilustración y desarrolla toda su labor
en el liberalismo romántico de la primera mitad del siglo XIX. Diputado por
Aragón en el Trienio Liberal (1820-23), iluminó con su saber la primera
propuesta de una Ley de Instrucción Pública que, puesta en práctica más tarde,
declararía la universalidad y la gratuidad de la enseñanza primaria. También
trabajó en una ponencia para la creación del primer proyecto de Ley Orgánica de
la Monarquía española para la sanidad de todos los españoles así, en 1823, se establecen los médicos municipales y la
obligación de los municipios de contratarlos. Organizó el valioso tesoro de la expedición
de Mutis, etc., etc. Pero, la pregunta
sigue vigente: ¿qué ha aportado Lagasca a la ciencia? ¿En qué ha contribuido a
su desarrollo un hombre que no formuló nunca una teoría? La respuesta vino
desde Rusia cuando su famosa Ceres fue estudiada por uno de sus científicos (Vavílov):
Lagasca se adelantó 100 años a la Teoría de la Evolución de la Especies en los
vegetales, después de que se comprobara con los insectos y mucho antes de que
Darwin formulase la famosa Teoría General de la Evolución de las Especies. Las
nuevas especies vegetales son fruto de la hibridación. Esta es la gran
aportación de Lagasca a la ciencia universal. Por eso, Lagasca no puede ser
ignorado y debe ser permanentemente reivindicado. Encinacorba y Aragón le deben
a Lagasca un museo o un centro de interpretación de su obra; un lugar donde
poder practicar y hacer viva entre los jóvenes la ciencia botánica. En estos
momentos de nuestra historia en que se exalta y enaltece todo lo que lleva la
palabra ecológico o ecología, Lagasca es un modelo a imitar en este campo del
conocimiento de la naturaleza.
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