Epístola al rey Felipe V de Aragón:
Si yo tuviera la facilidad de pluma que
Antonio Ponz quizás fuera capaz, con estas letras, de mover su corazón y voluntad
por estas tierras abandonadas. La despoblación es como una mancha negra que nos
borra del mapa y así se ve, de forma declarada, un día de domingo en la misa
que se celebra en este lugar del Jiloca en Aragón. Llegamos sobre las once y
media de la mañana a Torremocha del Jiloca cuando la misa, que celebra Victorino, el cura párroco
del lugar, ya estaba comenzada. El templo que es una fábrica de mampostería y
cantería estaba ocupado por una docena de mujeres, de hombres, solamente ocupamos
espacio dos, el que suscribe y el celebrante. Lo primero que dimos en mirar fue
la techumbre, muy bella, llena de nerviaciones que forman en cada tramo, una
estrella. De igual manera están cubiertas las capillas laterales excepto la
tercera, la del lado del Evangelio, por lo que dimos en pensar que ésta, sería
obra gótica, quizás del siglo XV. Bajando la vista de la bóveda se nos antojó
ya obra barroca y que quizás y dada las dimensiones del templo éste fuera
reformado en los siglos XVII y XVIII como se hizo, comúnmente, en todo el
barroco turolense. Los altares que son copiosos, llenando y adornando las capillas y el
presbiterio, necesitan pronta restauración. Son muy bellos y algunos tienen muy buenas
y afortunadas pinturas. De todo ello, majestad, daremos cuenta en la siguiente
carta. Sirva esta primera con las fotografías que adjunto para que pueda darse
una idea de la obra aquí consolidada y mueva los dineros de las arcas reales en
pro de este sencillo pero sutil y bello templo. En Torremocha del Jiloca, a 8
de noviembre de 2016, a 53 días del año de los Amantes de Teruel.