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sábado, 26 de noviembre de 2016

Noviembre2016/Miscelánea. ECOS DEL 98

ECOS DEL 98
("España firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, que hoy sigue siendo un estado asociado de EE.UU., Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Cuba alcanzaba la independencia bajo la “protección” estadounidense (Enmienda Platt y base militar de Guantánamo). La sustitución del dominio español por el norteamericano engendró un profundo descontento en las antiguas colonias. EE.UU. tuvo que hacer frente a una guerra en Filipinas (1889-1902) y en Cuba el sentimiento antinorteamericano se extendió por amplias capas sociales.")
La llamada crisis del 98 es un momento crucial de la historia de España y de la historia de Cuba. A ambas naciones España y Cuba o Cuba y España les va mal durante el siglo XX. Estas dos fotografías resumen la situación de partida mejor que las palabras. España se hunde, EEUU triunfa entrando en la Habana su potente y moderno barco y, Cuba, queda a meced de los vaivenes de la historia. Las dos naciones tendrán guerra y revolución durante el siglo XX y las dos tendrán además, una dictadura. España, vieja nación, con poso histórico profundo tendrá su reacción mediante un movimiento llamado regeneracionista: “Se llama Regeneracionismo al movimiento intelectual que entre los siglos XIX y XX medita objetiva y científicamente sobre las causas de la decadencia de España como nación.” Cuba, hasta la revolución comunista de Castro estará a merced de los EEUU, será su patio trasero.
Las cosas están hoy objetivamente mejor, claro, pero todavía resuenan ecos independentistas en la península que nos retrotraen al 98, año en que se pone fin al  periodo colonial español en América y el Pacífico. Actualmente (tras Marruecos y Guinea Ecuatorial) España no tiene ninguna colonia y por eso mismo, plantear cualquier tipo de segregación no está contemplado por la ONU. Cuba, por el contrario, sujeta a una dictadura deberá buscar y profundizar en la transformación de su viejo sistema marxista hacia un modelo homologable con las democracias parlamentarias occidentales. Es la única forma de dar salida al afán de libertad del hombre cubano.
Sorprende, a la vista de los sucesos desde 1898, como la historia va alargando y enredando los conflictos y los va enquistando en vez de, cómo sería deseable, resolverlos.
Tras la muerte de Fidel Castro siguen las mismas cuestiones pendientes y no se atisba, movimiento intelectual alguno, capaz de dar salida y poner ilusión a las cuestiones que palpitan en nuestra sociedad hispanocubana.
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