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ECOS DEL MODERNISMO EN TERUEL
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Pasas por la avenida de Zaragoza y ya
sientes, conmovido, el estado de ruina de algunos de los edificios importantes,
impresionantes, que quedan a tu mano derecha. En torno al incipiente Turia, donde los
modernistas encontraron sus horas de ocio y de negocio, hay un rumor de
historias rotas, abandonadas a su suerte, un rumor de aguas claras, cristalinas,
que trae el Alfambra y arroja descuidado en el Guadalaviar. Paseando una tarde de
otoño, fácilmente, haces el catálogo y cuentas como un poeta romántico cuenta
castillos desvencijados, toda suerte de edificios. Desde una inclusa a una
ermita-cárcel y, desde una fábrica de luz, a una de trapos o un almacén de tabaco. Balnearios como el de la Huerta Nueva o casas como la que
aquí traemos, recostadas entre la carreta y la huerta, aparentan cierta suntuosidad
y gusto en su diseño y en sus forjas. Otras han tenido más suerte y florecen
ricas junto a la vega del Turia, aquí donde antaño la pequeña burguesía turolense encontró un
espacio natural alegre y divertido. Ahora son, ruina romántica y pozo de
oscuridad de nuestra historia más reciente. Y, sin embargo, serían todavía
felices morando aquí, una vez restauradas, muchos de aquellos que aman a Teruel. Es ésta, un área hermosa
de la ciudad donde con muy buen criterio se hizo el Parador Nacional de Turismo
tiempo después de que un Garzarán hiciera, para su solaz, el llamado “Huerto
del Tío Paco” y una pequeña, suntuosa y colorida ermita.
Estampa modernista que nos remite "El Bronchalino" desde Lanjarón. 1925.
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Pinchad aquí:
VILLA ROSA
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