SEA LA ACERA (AL MENOS) PARA EL POBRE PEATÓN
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El sexto día de la creación
26 Al ver Dios tal belleza, dijo:
«Hagamos ahora al ser humano
tal y como somos nosotros.
Que domine a los peces del mar
y a las aves del cielo,
a todos los animales de la tierra,
y a todos los reptiles e insectos».
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El séptimo día de la creación
El séptimo día Dios descanso.
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El
octavo día, cuando Dios despertó de su descanso, vio al hombre caminar por la
Tierra. Lo vio por senderos y veredas, por caminos, por carreteras, por
autopistas. Vio al hombre volar y navegar. Lo observó como hacía ciudades y las
llenaba de calles, callejones, plazas y callejas. Y finalmente vio al hombre
salir al espacio exterior hasta casi tocarle los pies tal como Él estaba
sentado en su gloria.
Miró Dios con mayor atención la obra
del hombre y observó que cada día se reducían más los espacios dedicados a lo bípedos-peatones. Vio que el caballo y la carreta, la diligencia y el coche, el autobús, el camión, el tren, la moto y hasta la humilde bicicleta habían tirado / expulsado al hombre de la
senda que le era propia.
Y dijo Dios, más que cabreado: ¡SEAN
LAS ACERAS PARA EL PEATÓN! Pero… los alcaldes no estaban de acuerdo y dijeron….
Pongamos en las aceras terrazas para sacar dinero para poner más terrazas y sacar más dinero y poner más terrazas.....
Hagamos pasar por las aceras a las bicicletas, para expulsar al peatón y que todo el
mundo vaya con vehículo al que le pondremos un impuesto. Y vieron los alcaldes
que esto era bueno para ellos y… ¡¡¡¡¡ Se quedaron bien descansados!!!!
En las vías urbanas e interurbanas,
el elemento más débil es el peatón, condenado a sortear todo tipo de elementos
por delante, por detrás y de costado. Como las zorras en las noches oscuras,
vamos permanentemente alterados y preocupados por un atropello que puede
suceder en cualquier momento.
Haga Dios de nuevo la creación y
ponga de nuevo al hombre en su centro. A los alcaldes… a los alcaldes y ediles
en general, a su servicio: LA ACERA (SEA, POR FIN) PARA EL PEATÓN.
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