Aragón posee una gran riqueza patrimonial y natural que debemos cuidar con esmero.
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UN PATRIMONIO DE TODOS
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En todas las cosas, suele decirse,
que hay “un antes y un después”. En este
tema del patrimonio, también. Podríamos decir que hay un “antes de la Guerra
Civil (36-39)” y un después. También y sobre todo, hay “un antes de tomar
conciencia del patrimonio que poseemos y un después”. Para el primer asunto no
hay más remedio que restaurar los restos del naufragio general. Para el segundo
asunto, constatada la preocupación de los aragoneses (al menos de una gran mayoría) por nuestro gran patrimonio, tenemos el problema del dinero. Son cantidades muy
importantes las que debería invertir el Gobierno de Aragón para poner, siquiera
al día, tanto el patrimonio mueble como el inmueble. Además de todo esto, del patrimonio
heredado y que debemos cuidar como generoso legado de nuestros mayores, tenemos
que seguir creando patrimonio. Dando posibilidades a los nuevos creadores para
que mediante las Bellas Artes crezcan nuevas formas de belleza. Tenemos además,
los aragoneses, como consecuencia de nuestra historia pasada un patrimonio “exiliado”,
que en buena medida ha sido expoliado y otras veces adquirido sin decoro en
épocas de penuria económica generalizada. No es fácil hacer una gestión eficaz
en esta materia si, además, cuando se trata de dinero (siempre se acaba en lo
mismo) se pone encima de la mesa asuntos sociales perentorios.
Con todo, cabe exigir (además de buena
voluntad y dedicación) a nuestros políticos, empente y rasmia en este tema. Un
patrimonio bien cuidado repercute en la riqueza y dignidad / en la dignidad y
riqueza, de todo un país.
Mapa de Aragón a finales del año 1936. A la derecha (del mapa, ¡claro!) destrucción del patrimonio.
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