LOS JUGUETES
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Acaban de depositar en mi buzón de
correos un libro que tiene en total, contando las cubiertas (tapantas decíamos
de niños) 220 páginas a una media de 5 juguetes por página da un muestrario
total de unos 1.100 juguetes (mil cien). Es una cantidad abrumadora para un niño
que, según la edad, no tiene todavía claros los criterios de selección y que, seguro,
se dejará llevar por sus impulsos. Uno
de esos impulsos, desconocedor del valor de las cosas, es el ya famoso: ME LO
PIDO. De entrada todo o casi todo le gustará, por ello tendrá / tendría que
haber junto a él, una persona mayor que lo asesorase.
El juego es entretenimiento y
diversión. Es la forma de estar mientras pasa el tiempo o pasar el tiempo lo más
distraidamente posible. Por lo tanto, el juego no requiere necesariamente
energía / esfuerzo, ni inteligencia, ni poner especial atención en él. El juego,
en su esencia, acoge a toda la población sin que haya distinción de nivel
intelectual, ni social. Por todo ello y, esto es esencial, el juego no
requiere esfuerzo. Un niño mientras camina lleva un gancho con un
aro que va rodando tranquilamente delante de él. ¡Está jugando! El juego es el
factor de socialización más importante que conozco.
Lo contrario al ocio es el negocio. Lo
contrario al juego es el trabajo, el esfuerzo, el estudio.
Los ingleses, cuyo mayor negocio es
la enseñanza de la lengua inglesa, fueron los primeros en descubrir esta fuente
inagotable de riqueza que yacía, como sondormida, en el juego. Ellos fueron los
primeros en proponer una técnica de aprendizaje que, hasta la fecha, les ha
dado muy buenos resultados: se trata del APRENDIZAJE SIN ESFUERZO.
¿Cómo aprender sin esfuerzo? Hay
básicamente dos métodos. El primero de ellos se basa en el Constructivismo. Si
aprendes la lengua materna de forma natural, de la misma manera puedes aprender
otra (la lengua inglesa) si desde pequeño estás en contacto y creces, con y en esta
lengua. Hace pocos días veía en Zaragoza un anuncio que decía: Clases de inglés
para bebés. La otra forma consiste en aprender jugando. Si el juego es una
actividad lúdica que no requiere esfuerzo, podemos introducir de forma solapara
contenidos culturales que el niño irá progresivamente y sin esfuerzo
interiorizando. De esta forma no habrá “resistencia” al aprendizaje.
Es de esta forma tan perversa como
hemos convertido el juego en trabajo y el trabajo en juego. “Aprender jugando”
o “jugar aprendiendo”. Los padres han aceptado
tales pautas educativas con alborozada alegría y van locos comprando juguetes
educativos a los niños: ERROR TOTAL.
Los padres de hoy día, ante la avalancha
de estímulos que llegan hasta su niño; la lluvia de regalos, juegos y agasajos
que recibe el niño y que le producen una desmotivación progresiva y alarmantes,
se acogen a un clavo ardiendo para que su hijo/a, se motive y aprenda. Porque, después de todo, lo primero y
principal que quiere un padre es que su hijo no sea un imbécil. Aquí, seguimos
a Fernando Savater: “La palabra imbécil es más sustanciosa de lo que
parece, no te vayas a creer. Viene del latín baculus que significa bastón:
el imbécil es el que necesita bastón para caminar…. Si el imbécil cojea no es
de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque
su cuerpo pegue unas volteretas de órdago.”
Llegados aquí, cabe preguntarse… ¿qué
juguete debo comprarle a mi hijo? Desde luego el juguete tiene que ser apropiado
a lo que la esencia del propio juego nos manifiesta. Si educamos e instruimos
/educamos e instruimos…pero si jugamos… ¡jugamos! Si hacemos trampas desde un
principio, pronto o tarde se descubrirán y entonces será todavía peor.
Pero si usted quiere un consejo útil,
acuda a quien de verdad puede dárselo, acuda a un pedagogo. Su misión, su profesión
es conducir
al niño. Él, sabrá cómo.
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La educación de un niño debe estar conducida de forma eficaz por un pedagogo.
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Es importante saber elegir correctamente la dirección adecuada.
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