LA PLAZA MAYOR DE
MONREAL DEL CAMPO
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Comprendida entre la calle del
Castillo y la de San Juan Bautista de la Salle es un espacio que adolece de
uniformidad y armonía. Quizás la razón de encontrarnos en un espacio tan poco
acogedor y tan poco definido urbanísticamente se deba a los avatares históricos
que ha sufrido la población en general y este espacio en particular. Aunque,
también podría argumentarse que, debido a ello, podría haberse dispuesto, en su
tiempo, una mejor distribución y armonización de los volúmenes levantados sobre
un solar que tiene unas dimensiones suficientes para este tipo de población.
Mirando la plaza desde el
castillo, el primer tramo, limitado a la izquierda por la iglesia se asemeja más
a una calle que a una plaza propiamente dicha. La parte derecha se alinea y remata al fondo con edificio renacentista y la Casa de la Cultura, edificios
particulares que quedaron sin dañar. Sin embargo, tanto la iglesia como el
Ayuntamiento podrían haberse dispuesto de manera que definieran mejor un
espacio público que suele ser también foro, epicentro y lugar de encuentro de
la población.
Todo parece que empezó en la
primera mitad del siglo XIX y así se relata en el Madoz, al ser, Monreal, una
población muy castigada durante la Primera Guerra Carlista: "Durante la última
guerra, este pueblo sufrió varias incursiones de los carlistas. En el mes de
setiembre de 1839 a pretesto de quererlo fortificar el general O. Donel, el
gefe carlista Llagostera mando demoler la iglesia, la torre, las casas del
Ayuntamiento y todos los edificios que formaban la plaza principal, la ermita
de Santa Bárbara y un castillo antiguo próximo a ella. En 6 de mayo de 1840
fueron atacados los nacionales que se fortificaron en ella, por 800 infantes y
450 caballos mandados por Balmaseda y Palillos, más como no pudieron hacerlos
rendir incendiaron sobre 100 casas, saqueando toda la parte del pueblo que
pudieron dominar."
Por todo ello y como consecuencia
de tales actos, la iglesia se reconstruyó en el siglo XIX. Destaca en el Jiloca
porque, aunque su estructura es barroca, carece de altares antiguos y todos
ellos son neoclásicos, es decir propios del siglo XIX. Solamente se salvaron algunas
figuras de los siglos XVI, XVII y XVIII.
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Restos de la anigua iglesia.
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Museo del Azafrán
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Casa de doña Concha
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