HORNOS Y MOLINOS
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Intencionadamente hemos puesto
estas dos piezas fundamentales en el desarrollo de la vida de nuestros
predecesores en el valle del Alfambra. Moler el trigo y hacer el pan, parece
que tienen su necesaria correlación. Sin embargo, por alguna razón que se nos
escapa, los hornos eran comunales y los molinos particulares. El tener el
molino en propiedad, al igual que la sal para los romanos, era un elemento de
control y de poder social. En Orrios hay varios molinos, señal inequívoca de
una división de fuerzas y de unas tensiones sociales que no nos ha trasmitido
la historiografía local y bien que nos gustaría conocerla. Parece lógico que
los Sanjuanistas tuvieran su molino, como en todos los sitios donde tenían
señorío. Luego la casa más importantes era la del marquesado Cañada-Ibáñez que,
también debió tener molino pues en su patio hemos encontrado y fotografiados
las piedras de moler que aparecen en este reportaje. El horno, que solía ser
comunal o concejil se arrendaba a un hornero. Constaba de dos piezas
fundamentales. Una sala donde amasar, iñir y marcar el pan (pintar) y, el
horno propiamente dicho. Se trataba de una superficie plana, de piedra con cúpula
sobre la que se quemaba leña. Retirada ésta, se metía un pan (echar el ver) para comprebar la temperatura de la piedra y
finalmente se hacía, ya con menos calor, las pastas. A día de hoy, en que se
construyen casas rurales para el turismo, se dejan descomponer los principales
elementos etnográficos de nuestra tradición histórica. Los hornos se dedican a
local de juventud y los molinos se hunden irremisiblemente. ¡Una pena!
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Puerta moderna.
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Horno dedicado ahora al ocio.
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Magnífica cúpula.
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Túnel de evacuación.
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Sala de amasado.
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Molino en la villa.
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Molino en la margen derecha del Alfambra.
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Casa de los Cañada-Ibáñez.
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Casa de los cañada Ibáñez.
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