*
Este cráneo ¡ay Esther! que ves ahora
devastada planicie,
campo raso; fue,
hace un tiempo, hermosa
pelambrera.
Aquí creció como la
tierna hiedra
regada por las aguas
del Alfambra,
a manta uno y lo demás a rasa,
recio flequillo y
contumaz melena
espesa como mata con pelarza.
*
Campo de Marte do coronada selva
se alzaba con
sosiego y armonía
y era la gloria, si
la brisa hacía,
verla ondulada y a su
capricho suelta.
Aquí luchó la
juventud, la lozanía,
al abrigo de
esperanzas y de dichas
contra el reloj de
las horas ya vencidas.
*
De aquel paisaje
cubierto de floresta
que dio cobijo al
peine y la lendrera,
sólo quedan cenizas enterradas
apenas zarzas y sí,
mucha maleza.
Cráneo pelado,
remoldado y duro,
capricho de guasones
inmaduros
que, aunque por
dentro rebose poesía,
aquí se
muestra: reluciente y puro.
*
No llores por las
fibras derramadas,
ni busques con afán
nuevo argumento
y da por superados al momento:
la cataplasma, el pegatoste y los ungüentos.
la cataplasma, el pegatoste y los ungüentos.
No atiendas más al
humo que a la llama,
e ignora el ronco
llanto, mas no el acento:
pues si la tierra en
esto te fue airada
seguro te dará
consuelo, el firmamento.