MAGINOT
José Francisco Luz Gómez de
Travecedo
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De su blog: LA VOZ TENDIDA
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De su blog: LA VOZ TENDIDA
Entre 1930 y 1940 los franceses
construyeron una formidable línea defensiva que, a su terminación, fue
considerada inexpugnable. Hecha de hormigón y acero a propuesta de André
Maginot durante su mandato como ministro de guerra.
Se extendía a lo largo de la
frontera francesa con Alemania e Italia y respondía a un concepto obsoleto de
la guerra: la guerra de frentes, de trincheras; el patrón bélico de la primera
guerra mundial. Se construyo pese a la oposición minoritaria de quienes creían
en la infantería mecanizada y en la aviación de combate como elementos
determinantes de una nueva forma de guerrear. Entre otros, Charles de Gaulle.
Este impresionante cuerpo defensivo
tenía un talón de Aquiles: no cubría la zona de las Ardenas que se consideraba
de fácil defensa por su orografía y el cauce del río Mosa. Pero fue por ahí por
donde se coló el ejercito alemán en mayo del 1940 con las consecuencias
conocidas: rendición de Francia en menos de 2 meses.
Así las cosas, es posible colegir
que toda obra defensiva es mejorable y que no resulta inteligente desdeñar al
enemigo. Corolario válido para todo escenario bélico.
En la lucha contra el ébola el
gobierno español y la Sanidad Pública tendieron un espectacular cordón
sanitario que, como la Maginot, parecía inexpugnable, pero que, como la
Maginot, tenía grandes boquetes. Era más una malla que una pared infranqueable.
Lo hemos podido comprobar.
Parece, cuando menos pueril, elaborar un protocolo de diagnóstico y
prevención de la enfermedad por virus ébola (EVE), necesariamente prolijo, y
ponerlo a disposición de quienes, por razones obvias, no están habituados a
utilizarlo. Por cierto: ¿por qué el protocolo ministerial lleva fecha de 15 de
septiembre siendo así que Pajares fue repatriado el día 7 de agosto?
Con independencia de su valía
para lograr los efectos pretendidos: detección temprana de la enfermedad para
su mejor tratamiento y evitación del contagio, su difusión fue insuficiente
(página en la intranet Salud@ y correo electrónico) y la formación práctica
inexistente, según leemos en la prensa digital (fuentes sanitarias del
sindicato CSIT-Unión Profesional). Es más, ya cuando se repatrió a Miguel
Pajares, el personal sanitario solicitó la imprescindible formación práctica
sin recibir respuesta.
Aún más, la vituperada paciente
Teresa Romero advirtió, ADVIRTIÓ, el 30 de septiembre al Servicio de Prevención
de Riesgos Laborales del hospital Carlos III que se sentía mal: fiebre
(inferior a 38,6ºC en los controles) y astenia pero, por razones de temperatura
insuficiente, se la excluyó de un estrecho control hospitalario con las
consecuencias de todos conocidas. Es evidente que no se aplicó debidamente el
protocolo porque si se lee, la paciente cumplía los criterios epidemiológicos
para el diagnóstico de EVE y su caso debió ser considerado y atendido como caso
en investigación, según el protocolo. Es más: ¿se preguntó a la paciente si
estaba tomando antitérmicos? Porque de ser positiva la respuesta, el criterio
de temperatura no debió ser tenido en cuenta, aunque esta salvedad no queda
patente en el protocolo ni tampoco indicaciones acerca de cómo medir la fiebre.
Reitera su consulta, al citado
servicio que le recomienda entonces que acuda al ambulatorio donde, al parecer,
no comenta su exposición al contagio de EVE. ¿Resulta extraño cuando, aún
insistiendo, el centro de control teórico excluye del diagnóstico de EVE?
¿Resulta extraño que acuda a la peluquería cuando los centros técnicos no ven
motivo de alarma?
Lo que sí es increíble,
inadmisible, que, aún advirtiendo la paciente que padecía EVE al personal
sanitario, fuera trasladada en ambulancia regular (convencional) al hospital de
Alcorcón. Una vez más, el rígido criterio de temperatura sin más
consideraciones, fue el justificante de tan imprudente actuación.
¿Y, leído esto, se encuentran
motivos para sacrificar a la víctima de la que hacen chivo expiatorio estos
maldicientes?
La realidad es que el
pomposamente denominado protocolo de seguridad español presentado a los ojos
del contribuyente con gran aparato y suficiencia, cual nueva línea Maginot
sanitaria, adolecía de múltiples fisuras por donde el ébola se coló. Cometieron
la torpeza de pensar que una fortificación es inexpugnable antes de su puesta
en uso y los resultados pudieron haber sido desastrosos (ya veremos). Por un
estúpido afán de notoriedad se puso en riesgo la vida de las personas y esto es
algo que debe tener consecuencias inmediatas, pero la existencia en los EEUU de
un caso similar ha venido a ser un salvavidas para gente tan inepta: “Ya ven-
dirán- hasta en los mismos EEUU”.
Dado que se trataba de una lucha,
de una batalla por evitar la invasión de un virus tan mortífero, más valdría
que hubieran pedido consejo al ejército: éste, al menos, les hubiera recordado
que toda obra defensiva es mejorable y que no resulta inteligente desdeñar al
enemigo.
Un fuerte abrazo Teresa y mi
deseo de una rápida recuperación.
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