EL CAMBIO CLIMÁTICO AMENAZA EL ALTO
JILOCA
Es como si la naturaleza se hubiera
vuelto loca ha dicho, apesadumbrado, el presidente de los regantes del río
Cella. Mientras que el pantano de Lechago ha tenido que abrir sus compuertas
para desembalsar 15 hectómetros cúbicos de líquido, de los 18 que almacena, aquí en Torremocha del Jiloca, por culpa de los cañizos de la laguna, no llega ni
una gota de agua. Este año, en previsión de que la sequía siga haciendo
estragos, se han comprado miles de cantimploras para las grullas. Los párrocos, por orden expresa del obispo
han procedido a sacar en rogativa a San Roque y a Santa Rita. Y, en Cella, ya
se comenta que varios vecinos “le han visto las bragas a la fuente.” Si esto
sigue así no sé a dónde vamos a ir a parar… Se especula que la fatal sequía se
debe a los vuelos constantes de los aviones del campo de aviación de Caudé. Otros,
sin embargo, opinan que todos los males nacen de cómo revuelve el aire, el tren, cuando pasa a tantísima velocidad. Parece un centella, comentan una vecina de
Villafranca, pues salió a coger el tren con media hora de adelanto y ya había
pasado. ¡Rediós!, exclamó con asombro, éste es más rápido que el “Chispa”.
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HUMOR MISCELÁNEO PARA EL
LECTOR CONTEMPORÁNEO
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