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lunes, 4 de noviembre de 2013

Noviembre2013/Miscelánea. RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID CAMPEADOR)

Con grande llanto en los ojos,  y muy fuerte lamentando,
la cabeza atrás volvía   y quedabase mirando.
Y vio las puertas abiertas,  y cerrojos quebrantados,
y vacías las alcándaras   sin las pieles ni los mantos,
sin sus pájaros alcones,  sin los azores mudados.
Suspiró entonces El Cid,  que eran grandes sus cuidados,
habló cual él solía,  tan bien y tan mesurado:
Gracias a ti, mi Dios Padre,   Tú que está en lo más alto,
los que así mi vida han vuelto,   mis enemigos son, malos.
*
Dejamos El Poyo del Cid con la promesa de volver. A la vez que marchamos hacia Fuentes Claras, vemos la figura majestuosa del Cid elevarse sobre los campos del Jiloca: una historia y un mito. La figura del Cid Campeador vuelve permanentemente sobre nuestras vidas y sobre nuestra historia. A veces confundimos la historia y la leyenda, lo real con lo ideal, el deseo con la realidad. En épocas de crisis, de incertidumbre, de zozobra, lo invocamos y los deseamos. Esa firmeza en su brazo y esa potencia y tesón para acometer nuevas y arriesgadas empresas ha sido siempre necesaria en los hispanos. ¿Cómo sacar al Jiloca de su crisis particular? Dicen los de Monreal angustiados: “Al Jiloca ya le toca”. Es ahora cuando necesitamos la determinación de un Cid, un líder que nos sepa dirigir y una empresa que podamos afrontar. De vez en cuando es bueno pasearse por el Poyo y visualizar la escultura del gran guerrero español capaz de entusiasmar a sus “mesnadas” con la ilusión de nuevas conquistas. Formular nuevos retos, ese es el problema.

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ROMANCE DEL JURAMENTO QUE TOMÓ EL CID AL REY DON ALONSO
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En santa Gadea de Burgos,   do juran los hijosdalgo,
allí le toma la jura   el Cid al rey castellano.
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Las juras eran tan fuertes   que al buen rey ponen espanto;
sobre un cerrojo de hierro   y una ballesta de palo:
*
—Villanos te maten, Alonso,   villanos, que no hidalgos,
de las Asturias de Oviedo,   que no sean Castellanos;
mátente con aguijadas,   no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,   no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,   que no zapatos con lazo;
capas traigan aguaderas,   no de contray ni frisado;
con camisones de estopa,   no de Holanda ni labrados;
caballeros vengan en burras,   que no en mulas ni en caballos;
frenos traigan de cordel,   que no cueros fogueados.
Mátente por las aradas,   que no en villas ni en poblado;
sáquente el corazón   por el siniestro costado;
si no dijeres la verdad   de lo que te fuere preguntando,
si fuiste ni consentiste   en la muerte de tu hermano.—
*
Jurado había el rey   que en tal nunca se ha hallado,
pero allí hablara el rey   malamente y enojado:
—Muy mal me conjuras, Cid,   Cid, muy mal me has conjurado;
mas hoy me tomas la jura,   mañana me besarás la mano.
—Por besar mano de rey   no me tengo por honrado,
porque la besó mi padre   me tengo por afrentado.
—Vete de mis tierras, Cid,   mal caballero probado,
y no vengas más a ellas   dende este día en un año.
—Pláceme, dijo el buen Cid,   pláceme, dijo, de grado,
tú me destierras por uno,   yo me destierro por cuatro.—
*
Ya se parte el buen Cid,   sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,   todos eran hijosdalgo,
todos son hombres mancebos,   ninguno no había cano;
todos llevan lanza en puño   y el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas,   con borlas de colorado;
mas no le faltó al buen Cid   adonde asentar su campo.
*
Os quiero contar de El Cid,   que en buena hora ciñó espada.
En aquel poyo ya dicho,   en él hizo la posada.
Mientras moros y cristianos   pueblen las tierras de España,
Poyo de El Cid le dirán   en documentos y cartas.
Estando allí nuestro Cid   mucha tierra saqueaba.
El val del río Martín   le tributó también parias.
A Zaragoza también   sus noticias ya llegaban.
No les gusta esto a los moros,   firmemente les pesaba.
Allí nuestro Cid estuvo   cumplidas quince semanas.
Cuando el caudillo cristiano   vio que tardaba Minaya,
salió de noche a los campos  con toda su gente en armas.
Dejó el amparo del poyo   y adelante caminaba;
por más allá de Teruel   Rodrigo sus pasos daba;
y en los pinares de Tebar  el Cid Ruy Díaz posaba.
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Aquí comienza la gesta   de nuestro Cid de Vivar.
Nuestro Cid se ha establecido   en el Puerto de Olocau,
y ha dejado Zaragoza   y las tierras que allá están;
también a Huesa dejó,  y lares de Montalbán.
Donde está la mar salda,   hacia allá vase a luchar.
Por oriente sale el sol,   y hacia aquella parte va.
El Cid a Jérica y Onda   y Almenara fue a ganar;
y las tierras de Burriana    conquistadas quedan ya.
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