La pancarta que hemos rotulado arriba expresa nuestra opción personal.
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Durante muchos años la enseñanza
en el Ibáñez Martín, incluido el franquismo, fue libre, abierta, democrática y
participativa. Había profesores manifiestamente marxistas como Eloy Fernández,
Labordeta, Sanchís… frente a otros que eran del régimen. Particularmente, los
marxistas, se saltaban el currículo y no pasaba nada. “¿Don Leopoldo, don
Leopoldo, qué Labordeta dice que “el hombre desciende del mono?” y contestaba
don Leopoldo… el señor Labordeta puede descender de donde quiera…” Ahí se
acababa todo. Uno se saltaba el programa e ideologizaba (en tiempo de Franco
con ideas del Materialismo Histórico) a sus alumnos y el otro dejaba pasar la
cosa. Ahora vemos que las cosas han empeorado mucho. Se ponen pancartas
sectarias tapando el escudo del Estado y predicando eslóganes salidos de las corrientes
marxista. Hay una masa (no sé si importante) de profesores que sigue la “marea” como autómatas
sin preguntarse ni cuestionarse nada. Posiblemente su trabajo (en el futuro)
esté condicionado por la “actitud” que muestren ahora. No es cierto, la escuela
pública no debe ser, ni una, ni grande, aunque sí libre. La escuela pública y la privada es
toda española si sigue el currículo que manda impartir el
Parlamento Español, con las correspondientes adaptaciones regionales, claro.
Qué la escuela pública es de
TODOS, es claro, la pagamos entre todos, también la pagan los que llevan a sus
hijos a la concertada o a la privada (pagan doble, pagan la pública y la que se pagan
luego de su bolsillo). Sale de los impuestos y seguramente pagan más impuestos
los que van a la privada (por ser más ricos) que los que van a la pública. ¿Por qué ese interés de
aniquilar a la privada? Es sencillamente totalitarismo de izquierdas. Querer
controlarlo todo y dirigir ideológicamente a toda la población.
La escuela publica, dice la
pancarta… “para todos”. Para todos no, para el que quiera; que el derecho a la
elección, a la libertad para elegir centro es fundamental. Servert dio la vida por
la libertad, por la discrepancia, por defender su pensamiento y su opción. La pancarta
esconde dentro de sí misma un pensamiento totalitario: DE TODOS PARA TODOS.
Si no hay elección no hay democracia. Tamaña burrada se coloca en la fachada
del Ibáñez Martín (ahora sí, conviene cambiar el nombre) VEGA DEL TURIA.
No hay en todo el centro un
profesor o un alumno con sentido común, uno sólo por el cual pueda salvarse el
conjunto. Hasta el momento no lo he oído, ni visto. Todos, al parecer, van como
un atajo.
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Por encima del Estado. El instituto no es de los profesores, es de todos... y eso no se respeta.
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¡ Calla, no te metas en problemas.!
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