Juan García, “el tenor de los Reyes”
*
Queremos y deseamos, por ser de justicia, agradecer y reconocer la labor
de Juan Villalba Sebastián en la recuperación de nuestro patrimonio cultural, desde
el ámbito de las artes y de las letras. Una de las figuras destacadas que ha
puesto en el prisma de todos los turolenses es la del tenor ligero de Sarrión,
Juan García, y que, gracias a su trabajo, ya no podrá ser ignorado por nadie y sí
reconocida su valía y su aportación a la música universal del "bel canto".
Trascribimos aquí algo de lo mucho que se ha dicho de él y del tenor de Sarrión
en los medios de comunicación.
Por ejemplo, en el Heraldo de Aragón aparece un artículo que nos complace
reproducir aquí porque recoge lo esencial del trabajo de Juan Villalba y, lo más
importante, de la vida del tenor Juan García.
*
ARTÍCULO DEL HERALDO DE ARAGÓN
No hay tenor de principios del siglo XX que no tenga un gran misterio en
su biografía. También Juan García (Sarrión, Teruel, 1896-Buenos Aires, 1969). A
finales de 1925 llegó a Egipto con la compañía de Pietro Mascagni. No se sabe
bien por qué, pero la compañía regresó a España en enero del 26 sin el aragonés,
que se quedó colgado y sin recursos en El Cairo. El propio Juan García no
explicó nunca qué ocurrió, e incluso fabuló acerca de su estancia en Oriente,
asegurando que había cantado en harenes y en palacios llenos de bellas huríes.
Pero el regreso a los escenarios españoles le costó casi 10 meses, de los que
poco o nada se sabe, a excepción de que cantó para unos aviadores españoles de
paso por la capital egipcia.
Pero a la vida de Juan García le van quedando pocos misterios. Juan
Villalba Sebastián, que en 2003 ya elaboró un librodisco sobre su paisano,
acaba de publicar ahora una biografía que, a lo largo de casi 300 páginas,
recorre la vida de este personaje, lamentablemente semiolvidado en Aragón. El
libro reconstruye su carrera musical, ofrece un perfil humano del cantante y
aporta un valiosísimo conjunto de fotografías desconocidas hasta ahora. El
perfil artístico de Juan García está, por fin, asentado. Y lo que revela el
trabajo de Juan Villalba es un gran tenor y cantante, completo, versátil, popular
y generoso. Tuvo la desgracia de vivir en una época en la que estaban los
mejores, desde Lázaro a Fleta, y en la que la ópera vivió una de sus peores
crisis.
El libro se titula 'Juan García, el tenor de los Reyes' y se publica
gracias al empuje de la Unión Musical de Sarrión y del ayuntamiento de la
localidad natal del tenor.
«La vida de Juan García es apasionante, como la de todo aquel artista que
surge de abajo, de muy abajo, y acaba logrando un éxito tremendo. Él nunca
olvidó ni sus orígenes ni su tierra», apunta Juan Villalba.
Formación por etapas
A la música llegó de la mano de su familia. Su padre, ciego, era
organista y director de rondalla; su madre le introdujo en la jota. Tras
estudiar en Barcelona, se trasladó a Milán para completar su formación musical,
aunque para subsistir tuvo que trabajar de todo, hasta de pintor de brocha
gorda.
«Se tuvo que ir formando por etapas y reinventándose a sí mismo -relata
Juan Villalba-. En cuanto podía regresaba a Italia, a tomar clases con su
maestro, Arnaldo Galliera. Tenía carencias formativas en el canto... pero
musicalmente era integral. Pocos como él podían cantar ópera, zarzuela, jotas,
canciones populares... y además componer, ser un buen letrista y arreglista».
En Italia triunfó con 'Rigoletto', en España con 'Manon'. En la temporada
27-28 puso en pie al público madrileño con su interpretación en 'El barbero de
Sevilla'. Cantó varias veces para la Familia Real, y de ahí su apodo de 'el
tenor de los Reyes'. La crisis de la ópera en España a principios de los años
30 frenó su trayectoria.
«Era un tenor ligero, no tenía un amplio registro de voz, no era en nada
comparable a Fleta -explica Juan Villalba-. Por eso, con la crisis de la ópera
acabó derivando hacia la zarzuela y la canción romántica». Y en el género chico
volvió a triunfar, con éxitos legendarios interpretando obras como 'La
picarona', de Alonso; 'El ama', de Fernández Ardavín y Guerrero; o 'La moza
vieja', de Luna, Romero y Fernández Shaw. Y llegaron también los conciertos, en
teatros y plazas de toros, con generosidad casi suicida en los bises, y las
actuaciones en favor de colectivos necesitados.
«Era muy generoso y se daba a los demás. Participaba en todos los
homenajes que podía y siempre cantaba jotas. Quería a su tierra y se sintió
siempre un hombre de pueblo y del pueblo». Y fruto de esa sintonía lo
constituyen creaciones suyas como 'Morucha', que aún hoy sigue siendo un
clásico para voces a caballo entre la ópera y la canción. De algunos de sus
discos se vendieron cientos de miles de ejemplares.
A principios de 1936, la orquesta que había creado fue contratada por
Radio Belgrano, de Buenos Aires. Y nunca más regresó a España. «Ese es otro
misterio, porque no era un exiliado -apunta Juan Villalba-. Estaba en sintonía
con los franquistas, colaboró con gente próxima a Sanjurjo, así que no hubiera
tenido problemas para regresar a España. Pero se sentía a gusto en Argentina».
Aunque contrajo matrimonio no tuvo descendencia. Y quizá por eso no se le ha
reivindicado, hasta que ha llegado el trabajo de Juan Villalba. «Lo que me
sorprende -concluye-, es la capacidad que tenemos los aragoneses para
olvidarnos de nuestros grandes artistas».
***
**
*
**
*