LA VUELTA DE RUBIELOS DE LA CÉRIDA
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Para volver, muy fácil, dijo Paco, lo
mismo que a la ida pero marcha atrás. Cuidado con la bebida… Sí, cuidado,
señaló Vicente, que el año pasado multaron a Marcial en la rotonda de salida de
Calamocha. Chiiisssssssss, la Mereterica puede estar escuchando u vigilando. Salvamos
la rotonda sin problemas. Enseguida Facho comenzó a contarnos La Leyenda de La
Cérida. Vaya rollo. Pasamos el 176, luego Monrial y llegamos a Villafranca y
Singra. Hay “cámaras”, alguien nos está vigilando, señalo Paco. Detrás de la
estrella mudéjar se atisbaba una figura
humana, una suerte de tricornio camuflado entre el robín de los hierros y un
mostacho blanco. ¡Blanco! Eso me suena. Luego viene el desvío a Bañón, el
pueblo del campeonato de guiñote. Prosiguió, en aquella larga recta que te
lleva a Santolaria, relatando la dichosa leyenda. Mientras habíamos pasado
Torrelacarcel (el pueblo del Virrey del Perú) y Torremocha del Jiloca (el único que se
apellida Jiloca). Por delante, ya se atisbaban las chamineras de Cella, pero
antes hay que pasar los manzanos de Villarquemado. Alcanzamos los 1013 metros sobre
el nivel del mar y desde aquí enta debán todo será bajada hasta la Hoya de Teruel.
Facho andaba en su relato señalando como la bola de fuego buscaba afanosamente
la coronilla del cura de Rubielos de la Cérida. Iba a aplastarlo y destrozarlo
completamente, cuando llegamos al desvío de Teruel. Vaya tostón de viaje, dijo
Paco. Pero Facho todavía tenía que subir hasta Orrios, arriba del Alfambra. Así
que lo despedimos. Para el próximo día nos dejas escrita la Leyenda y ya la iremos leyendo, pues hoy, no nos
hemos enterado de nada. Ya os contaré yo… ¡ya!
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GRACIAS AL TRABAJO DE LA GUARDIA CIVIL SE SALVAN MUCHAS VIDAS EN LA CARRETERA
IN VIGILANTI
AUTOVÍA MUDÉJAR
SINGRA, MAGNÍFICA Y MEDIEVAL
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