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Teruel, ciudad apartada y con malas comunicaciones, es la espita por la
que ha saltado la chispa. La Universidad de Zaragoza, que tiene graves problemas económicos ha considerado que, reducir la producción de maestros mal
formados, no era un problema demasiado importante.
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BELLO, AÑO 1959
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BELLO, AÑO 1959
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El colegio se ha visto obligado a
cerrar por falta de alumnos. Pero, hace más de 50 años, concretamente en el año
1959, el municipio aledaño a la famosa laguna de Gallocanta tenía más de 200
alumnos. Hasta aquí llegó recién escullado un joven maestro que solamente
contaba con 17 años de edad. La primera cuestión que se planteó es la
posibilidad de trabajar sin tener la mayoría de edad laboral, 18 años, ya que
la mayoría de edad, a todos los efectos, era de 21 años. Por esto, la nómina,
se la puso el ministerio al nombre del cura del lugar. Se avisó al cartero para
que cuando llegara el giro correspondiente a la nomina, a nombre del mosén, no
se le llevara éste al cura del lugar, sino directamente al imberbe maestro. Salvada esta
primera cuestión burocrática y tomada posesión de su plaza de maestro, se le
asignaron 59 alumnos para su educación. Teniendo en cuenta que en Bello en
aquel año había cuatro maestros calcular el total de alumnos del pueblo del Cardenal Marco no es difícil. El segundo problema que se le planteó al maestro
fue el de la patrona. A tal efecto el Alcalde lo dirigió a la fonda del lugar
donde se hospedaban, el jefe local del Servicio Nacional de Trigo, el secretario
del Ayuntamiento, el médico y pocos etcéteras más. Fueron a ajustar cuentas y
la dueña de la fonda le señaló que el preció eran cincuenta pesetas al día sólo
por el hospedaje. El maestro, en un susurro, le dijo a la dueña, mire usted
señora, a mi me paga el ministerio 1.214 pesetas al mes. Entonces la señora se
apiadó y le dijo. Bueno, como sabemos ¡cómo está el magisterio! y, teniendo en
cuenta que usted va a ser sumamente discreto en esta materia, le voy a cobrar
las 1.214 pesetas de su nómina. Así quedaron y, el maestro, se puso a trabajar
pensando en resolver la siguiente cuestión. ¡¿Cómo me pago yo ahora la comida?! La
solución se la dieron sus compañeros. Se trataba de las famosas “permanencias”
o repasos. Así que, avisó a los padres: todos aquellos que lo desearan podrían
dejar a sus hijos tras el horario oficial, “dos horas” todos los días, a
repasar las lecciones. No tardó en encontrar respuesta y ocho (8) niños de los
59 que llevaba se apuntaron a las “permanencias”. Echó cuentas y a 50 pesetas
por alumno le salían 400 pesetas para comer. Bien, ayunaría, pero trataría de
pasar y salir hacia delante, todo menos pedir dinero a casa que, desde luego,
no estaban tampoco para fiestas. Llegó por fin el día de cobrar las dichosas “permanencias”
y remitió a los ocho alumnos un recibo con las 50 pesetas correspondientes.
Solamente, tras unos días de espera, uno de los alumnos pagó. El maestro seguía
a la espera del cobro hasta que, una buena mañana llama a la puerta del colegio con sonoros golpes, la
pareja de la Guardia Civil. “La Pareja”, con el armamento reglamentario y el
tricornio reluciente, se le apareció al maestro como un abismo
insondable: “que cosa podría haber hecho mal o en que cosa habría
faltado al decoro. No había tal. Uno de los guardias levantando la mano dejo suspendido en el aire
un trozo de papel e inquirió al maestro… ¿Qué es esto? El maestro dubitativo y
balbuceante señaló… Señor Guardia Civil, respondió el acongojado (debería decir, acojonado) maestrillo, se
trata del recibo de las permanencias de su hijo. A lo que le Guardia Civil
respondió: ¡NO SABE USTED QUE EN ESTE PUEBLO LA GUARDIA CIVIL NUNCA HA PAGADO
LAS PERMANENCIAS! A continuación el Guardia Civil, atravesando el aula,
depositó siete recibos en la mesa del maestro. Así que, el maestro, tuvo que escribir
a casa para que le mandaran dinero y de esa forma poder volver esas navidades.
No es un caso excepcional. Y no es un
periodo concreto de nuestra historia, lo que aquí se relata.
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Todo sucedió de la
siguiente manera:
EL HAMBRE DE LOS MAESTROS
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La lucha en España por conseguir una
educación universal y gratuita ha estado sembrada de muchas dificultades. Nos
asombra, ahora, a muchos maestros, el desdén con que se contempla este logro y
la perdida de conciencia para valorar que sólo a través de la educación se
logrará la paz, la igualdad y el bienestar de todos los hombres. En esta época de nuestra historia en la que
celebramos un Día Escolar de la No Violencia y la Paz, debemos tenerlo muy
presente. Es fundamentalmente, a través de la educación y la socialización como
el individuo alcanza estadios superiores de dignidad humana.
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DISCURSO DE LAGASCA
La primera vez que en España se
plantea seriamente el tema de la enseñanza universal y gratuita es durante el
llamado Trienio Liberal (1820-23) y por boca de don Mariano Lagasca y Segura,
natural de Encinacorba (Z). Ya plantea don Mariano, con singular perspectiva
temporal, la necesidad de una dotación
económica para el maestro con el fin de evitar el absentismo, esto es, que
tenga que marcharse a buscar jornal abandonando la docencia. Así lo recoge la
profesora Tellería en un discurso pronunciado en Encinacorba con ocasión de la
inhumación de los restos mortales de don Mariano, dice así: [Su espíritu
inquieto y emprendedor le lleva a idear planes y reformas para la enseñanza.
Así en un discurso leído en la cátedra del Real Jardín Botánico, el 9 de abril
de 1821, expone sintéticamente su concepto de la enseñanza. Se ocupa de la
enseñanza primaria a la que califica como “la más general, la más necesaria y
acaso la más costosa vista su totalidad”; se ocupa de la secundaria, para la
que planea la creación de numerosos centros, y de la universitaria, que él
llama tercera enseñanza. Pide para todo ello el apoyo económico de los
españoles pudientes, de las sociedades, cabildos y comerciantes y, en un
momento de su discurso, llega a reivindicar mejoras salariales para los
maestros cuando dice: “Hubiese sido de desear se hubiese determinado desde
luego, que la dotación menor de los maestros no bajase de 4.000 reales”.
(Discurso de M. T. Tellería, pronunciado el 21-X-1995 en Encinacorba con motivo
de la inhumación de los restos mortales de don Mariano Lagasca en su villa
natal.)].
LEY MOYANO
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El segundo momento de nuestra
historia educativa española tiene lugar con ocasión de la publicación de la Ley
Moyano (1857) en la que se deja recaer el costo de la enseñanza en los
ayuntamientos. Esta circunstancia hace que muchos ayuntamientos no puedan
asumir el gasto y el maestro quede desamparado y deba dejar el colegio para ir
a buscarse el sustento en otra actividad. Este periodo crea el mito del hambre
del maestro, que todavía se recuerda con renovada viveza entre las personas
mayores: “Pasas más hambre que un maestro de escuela”. Y aunque la ley Moyano
tuvo larga vida (más de cien años) sus efectos económicos se plasmaron en la
Ley de Bases que reseñamos sucintamente a continuación en el aspecto que ahora
interesa: Ley de Bases de 17 de julio de 1857, autorizando al Gobierno para
formar y promulgar una ley de Instrucción Pública. Los establecimientos de
Instrucción Pública se costearán… y aquí señala la forma de hacerlo las
escuelas elementales: “La obligación de costearla recae en los pueblos
(ayuntamientos), por lo que respecta a la primera enseñanza para los niños de
ambos sexos.
EL CONDE DE ROMANONES
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Don Álvaro de Figueroa y Torres,
conde de Romanones, promulga el Real
decreto de 26 de octubre de 1901. Por este decreto, se ampliaba la
escolaridad obligatoria hasta los doce años y, también, el repertorio de
materias que se debían cursar en la primera enseñanza. Y, además, pasa a
asumirse por parte del Estado el pago de los haberes de los maestros.
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Es natural que los maestros vieran en
este decreto su tabla de salvación y la posibilidad de dedicarse de forma
continua a la enseñanza, como profesión y como vocación. A partir de esta fecha
el cobro de las nominas quedaba asegurado aunque, también es verdad, que el
sueldo era flaco. Todavía, pues, no se habían cumplido las expectativas de
Mariano Lagasca (un sueldo digno para el maestro), que no se cumplirá de manera
satisfactoria hasta los tiempos de Adolfo Suárez González.
A FECHA DE HOY, AÑO 2017
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Realmente, en España, al menos desde
mediados del siglo XIX hasta nuestros días, no se ha tenido la necesaria
consideración con el maestro y sí, por el contrario, ha sido objeto éste de
alguna burla. De tres cosas carecía nuestro maestro de Bello: EXPERIENCIA (17
AÑOS), PREPARACIÓN ACADÉMICA (INSUFICIENTE) Y, UN SALARIO DIGNO DE TAL NOMBRE.
Cuando ahora, en el año 2017, vemos salir
en toda España promociones con miles y miles de maestros con un título que para
poco les sirve, observamos que, algunas de las asignaturas pendientes para
lograr hacer de esta profesión algo digno, siguen sin materializarse. Hoy, el
problema se centra en la calidad con la que se selecciona y se forma a los
futuros maestros. Dos problemas que se concretan en uno: elegir entre los mejores
alumnos y contratar a los mejores profesores universitarios.
Teruel, ciudad apartada y con malas
comunicaciones, es la espita por la que ha saltado la chispa. La Universidad de
Zaragoza, que tiene graves problemas económicos ha considerado que, reducir
la producción de maestros mal formados, no era un problema demasiado
importante.
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