San Juan de la Peña
Fotografía de Chusé María Cebrián
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EL ARAGONÉS: EL LARGO CAMINO
HACIA UNA GRAFÍA OFICIAL
Autor: Francho Beltrán Audera.
Jefe del Servicio de Política
Lingüística del Gobierno de Aragón.
El aragonés, una lengua
románica
El aragonés es un idioma
autóctono de Aragón, de filiación románica, y está considerado por el Atlas
Interactivo UNESCO de las Lenguas en Peligro en el Mundo como una lengua en
peligro de desaparición. A pesar de sus graves problemas sociolingüísticos, el
aragonés posee su propia gramática y una literatura más que aceptable.
Desde el punto de vista
filológico, se trata de un dialecto del latín, lo mismo que el castellano, el
italiano o el francés y su nacimiento como lengua se produjo prácticamente a la
vez que el de los otros cuatro idiomas romances de la Península Ibérica: el
gallego-portugués, el asturiano-leonés, el castellano y el catalán. Esto
ocurría a finales del primer milenio y así culminaba el proceso de
romanización. Sin embargo, este proceso no fue completo, ya que en gran parte
del entorno del Pirineo se conservó una lengua primigenia de la que ha derivado
el euskera actual y que todavía se identifica en la toponimia. Con el inicio
del segundo milenio, el aragonés se extendió hacia el Sur al tiempo que
avanzaba la Reconquista: las gentes venidas del Norte iban repoblando los
nuevos territorios que recuperaban los cristianos. En su avance, el aragonés
estaba flanqueado por el castellano y el catalán que se expandían a la vez. En
sus mejores tiempos, el aragonés llegó hasta Murcia, donde todavía hoy se
observan numerosos giros aragoneses, especialmente en el habla de la huerta; el
“panocho”.
Las primeras obras literarias en
las que aparecen mayoritariamente formas romances genuinamente aragonesas son
de finales del siglo XII y comienzos del XIII. Cabe destacar la obra de Johan
Ferrández d’Heredia que, en el siglo XIV tradujo al aragonés a los clásicos
griegos. No obstante, al permanecer el latín en Aragón como lengua escrita
durante mucho tiempo, el aragonés no cuajó como lengua literaria culta, aunque
existió una literatura popular en aragonés que no alcanzó aceptación en los
niveles sociales altos. De hecho, la “época dorada” nunca llegó para esta
lengua, pues muy pronto, el centro político de la Corona de Aragón se desplazó
hacia Cataluña y el Mediterráneo. La posterior entrada de una dinastía castellana
en Aragón, influyó decisivamente en el auge del castellano a costa del
aragonés, que poco a poco fue perdiendo terreno. Y no sólo en sentido
geográfico sino también social, llegando a estar considerado este idioma como
una forma de hablar rústica e impropia.
A lo largo del siglo XX, el
proceso de desintegración del aragonés se vio acentuado, primero por la Guerra
Civil española y, después, por el fenómeno de la despoblación, a veces
fomentado por el propio Estado, tal y como ocurrió con la política hidráulica y
forestal.
La lengua del norte de Aragón
Actualmente el aragonés se
conserva, mermado y empobrecido, en el norte de Aragón, en el área
aproximadamente delimitada por la línea Ansó – Santolaria -Fonz – Benás. Sus
fronteras lingüísticas por el sur y el oeste están muy difuminadas a causa de
la castellanización; por el este, la transición gradual del aragonés al catalán
se hace a través del ribagorzano, mientras que por el norte la frontera
administrativa conforma también los límites con el occitano.
Aunque normalmente sólo suelen
distinguirse hablas o dialectos locales, cabe considerar cuatro amplias zonas o
grandes modalidades de aragonés, que más que dialectos habría que denominar
“complejos dialectales”:
- El aragonés de la zona occidental, en toda la cuenca del río Aragón, donde sobresalen como más caracterizados el ansotano y el cheso.
- El aragonés pirenaico central, desde el río Gállego hasta el río Cinca, y por el sur hasta el Basa y el Guarga, Sobresalen aquí el tensino – y su variedad mejor conservada, el panticuto -, el belsetán y el aragonés del Vallibió.
- El aragonés de la zona oriental, del Cinca a la cuenca del Ésera, con el chistabino, el fovano, el benasqués así como todas las hablas aragonesas ribagorzanas y de transición al catalán.
- El aragonés somontanés, en el entorno de Ayerbe y somontanos de Uesca y Balbastro, es quizá el aragonés más castellanizado (sobre todo en las zonas más meridionales), pero también el más homogéneo a lo largo de todo su territorio.
Según los datos obtenidos a
través del Censo de Población y Viviendas de 2011 del Instituto Nacional de
Estadística, explotados por el Seminario Aragonés de Sociolingüística el número
de hablantes potenciales del aragonés sería de poco más de 25.000 personas,
mientras que los conocedores de esta lengua superarían los 50.000 si incluimos
también a quienes solo lo entienden. Sin embargo, el número de personas que
emplean el aragonés de forma cotidiana, seguramente no llega ni a 10.000.
Resurgiendo de las cenizas
Aunque el proceso de pérdida de
transmisión de la lengua de padres a hijos continúa reduciendo la vitalidad del
aragonés, en las últimas décadas se aprecia un progreso evidente, tanto en lo
que respecta al estudio y conocimiento del aragonés, como en lo relativo a su
cultivo literario, enseñanza, difusión y consideración social. Se han realizado
importantes aportaciones en el campo de los estudios dialectales, trabajos
gramaticales y estudios léxicos. Además, se ha cultivado mucho más
literariamente, tanto la narrativa como la poesía. La edición en aragonés se ha
diversificado, existiendo varias editoriales que publican en aragonés, al
tiempo que se han creado nuevas colecciones de libros y revistas en aragonés.
Un fenómeno importante es el de
la música en aragonés, que se ha incrementado notablemente en los últimos años,
existiendo más de una veintena de grupos musicales que cantan total o
parcialmente en aragonés.
Hay que destacar la gran
actividad que se desarrolla en pro de esta lengua desde el mundo asociativo, a
través de numerosas entidades sin ánimo de lucro distribuidas fundamentalmente
por el Alto Aragón y Zaragoza capital. Es de reseñar que el interés por la
recuperación del aragonés en el conjunto del territorio aragonés, al sur de la
actual línea que delimita el área de lengua aragonesa.
Por el contrario, el uso en los
medios de comunicación de mayor difusión y en la Administración, es todavía muy
escaso.
En el aspecto educativo, hay que
señalar que la enseñanza de aragonés ha estado muchos años ausente en la
educación primaria y secundaria en el Alto Aragón, incumpliéndose lo exigido en
nuestro Estatuto de Autonomía. Sin embargo en los últimos años se han producido
avances notables, de modo que en la actualidad se imparte aragonés a cerca de
mil alumnos repartidos por unos 30 centros del Alto Aragón, fundamentalmente de
infantil y primaria.
En la Universidad de Zaragoza, el
aragonés recibe un tratamiento desigual, sin que exista un área de filología
aragonesa que contribuya a dignificar esta lengua en el ámbito universitario.
No obstante, desde la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación (Campus de
Uesca) se viene impartiendo en los últimos años el Diploma de Especialización
en Filología Aragonesa, que tiene como objetivo principal la formación
específica de profesores de lengua aragonesa para los centros educativos no
universitarios de Aragón.
Leyes para el aragonés… ¿papel
mojado?
Desde el punto de vista jurídico,
el aragonés está reconocido como lengua propia por diferentes instrumentos
legales, como el Estatuto de Autonomía o la vigente Ley de Lenguas de Aragón de
2013. Sin embargo, no goza de un régimen de cooficialidad y, lo que es peor, el
aragonés había sido prácticamente ignorado por los sucesivos gobiernos
autonómicos en los últimos 40 años hasta que, en 2015 se crea una Dirección
General de Política Lingüística dependiente del Departamento de Educación,
Cultura y Deporte.
A esta Dirección General le
corresponde la planificación y ejecución de los programas necesarios
para garantizar y normalizar socialmente el uso de las lenguas propias de
Aragón, en su caso, así como su dignificación, recuperación, protección,
promoción y difusión, entre otros, en los ámbitos educativo, de los medios de
comunicación y de la vida social, cultural e institucional de Aragón.
Para poder acometer esta ingente
labor, la Dirección General se encontró con un gran escollo, que era la
inexistencia de una ortografía y una gramática oficial. Según la Ley de Lenguas
de 2013, correspondía a la Academia Aragonesa de la Lengua establecer las
normas referidas al uso correcto de las lenguas y modalidades lingüísticas
propias de Aragón. La propia ley establecía un plazo de 8 meses para aprobar
los estatutos de la Academia Aragonesa de la Lengua. Sin embargo, el anterior
equipo de gobierno no dio ni un solo paso para hacer cumplir la ley, de modo
que su inacción no sirvió sino para acentuar las divisiones internas que se
venían arrastrando dentro del movimiento asociativo en defensa del aragonés.
Efectivamente, la dejación de
funciones por parte de los sucesivos gobiernos ha sido campo abonado para
desatar una lucha por liderar el movimiento asociativo que ha degenerado en
ocasiones en posturas intransigentes y maximalistas.
Desafortunadamente, la grafía se
ha llegado a convertir en el identificador grupal de las distintas entidades
que pugnan por hacerse con ese liderazgo.
La batalla de las grafías
Tras suscribirse, en 1987 un
acuerdo gráfico entre todas las asociaciones, posteriores divisiones internas
derivaron hace unos años en la aparición de varias grafías más, convirtiendo el
aragonés escrito en una especie de “reino de taifas”.
Así las cosas, la Dirección
General de Política Lingüística renunció inicialmente a elaborar documentos
escritos en aragonés para transmitir un mensaje de neutralidad, al tiempo que
inició un proceso de consenso para establecer una grafía común para la lengua
aragonesa y sus modalidades lingüísticas que superase la situación de
coexistencia diversas propuestas, ninguna de las cuales gozaba de carácter
oficial.
Para poder alcanzar este
“consenso gráfico”, en febrero de 2016, la Dirección General envió una carta a
las asociaciones Consello d’a Fabla Aragonesa, Sociedat de Lingüística
Aragonesa y Estudio de Filología Aragonesa en las que les proponía la
participación voluntaria en un proceso de arbitraje que se sustanciaría a
través de un informe vinculante emitido por tres expertos lingüistas elegidos
por las propias asociaciones. Estas tres asociaciones son, precisamente, las
que defendían otras tantas grafías. Mientras el Consello d’a Fabla Aragonesa
abogaba por mantener los acuerdos gráficos de 1987, desde el entorno de la
Sociedat de Lingüística Aragonesa se propusieron otros dos modelos gráficos
más. Por su parte el Estudio de Filología Aragonesa había presentado en 2010
una “Propuesta ortográfica” diferente de todas las existentes hasta ese
momento.
En dicha carta se especificaba
textualmente que, si “alguna o algunas de estas asociaciones no reconocieran
formalmente a la terna de lingüistas y/o el carácter vinculante de su dictamen,
se procedería a formalizar un compromiso en idénticos términos con el conjunto
de las asociaciones más representativas de este ámbito.”
Con algunas vacilaciones
iniciales, las tres asociaciones aceptaron la anterior premisa, por lo que se
inició un proceso que se prolongó durante varios meses y que comenzó con la
elección de tres lingüistas de entre los propuestos por dichas asociaciones y
que fueron aceptados por ellas.
Con el fin de dotar al proceso de
rigor administrativo, por Resolución del Director General de Política
Lingüística de fecha 4 de julio de 2016, se nombró a esos tres expertos para la
elaboración de un informe para resolver, aunque solo fuera parcialmente, la
disparidad ortográfica actual.
Los tres mejores
Los elegidos por las tres
asociaciones eran tres eminentes romanistas que estaban objetivamente entre los
mejores del mundo, de modo que la Dirección General se congratuló por el alto
nivel técnico con el que se iba a iniciar el proceso.
De una parte estaba Patrick
Sauzet, lingüista occitano y profesor en la Universidad de Toulouse. Entre
otros cargos es vicepresidente del Congrès Permanent de la Lenga Occitana .
Por otro lado Ramón d’Andrés, que
es un filólogo especializado en el estudio de la lengua asturiana. Es miembro
numerario de la Academia de la Lengua Asturiana, en cuyo seno trabajó en las
Normes Ortográfiques, en la Gramática de la Llingua Asturiana y en el
Diccionariu de la Llingua Asturiana, y desde 2012 del Real Instituto de
Estudios Asturianos.
Finalmente, Michael Metzeltin,
filólogo romanista y buen conocedor del aragonés, que ha sido profesor en las
universidades de Trier, Groningen, Coimbra, Cosenza, Paderborn y Göttingen.
Desde 1989 es catedrático de lingüística y didáctica de lenguas romances en la
Universidad de Viena. Es miembro correspondiente de la Academia Suiza de
Ciencias y de la Academia Chilena de la Lengua, así como miembro de honor de la
Academia Rumana de Ciencias y de la Academia de la Llingua Asturiana. Ostenta
además varios reconocimientos como el de Grande Oficial da Ordem do Merito da
Republica Portuguesa o la Encomienda de la Orden del Mérito Civil española.
Los lingüistas designados
desarrollaron las tareas encomendadas, estudiando la documentación aportada por
cada una de las tres asociaciones a que se hace referencia más arriba. A lo
largo de varios meses la Dirección General de Política Lingüística favoreció el
intercambio de información entre los lingüistas y las tres asociaciones,
organizando incluso una reunión presencial en el Centro Aragonés de Barcelona
en noviembre de 2016. Todo el proceso se desarrolló siguiendo escrupulosamente
una “hoja de ruta” pactada entre las tres asociaciones.
Dicha hoja de ruta establecía
literalmente que:
“El dictamen definitivo que
emitan los lingüistas seleccionados será vinculante para las tres asociaciones
y para la propia Dirección General, que lo reconocerá oficialmente y
recomendará su uso de forma universal sin perjuicio de que la grafía oficial en
sentido estricto sea la que establezca en su día la institución científica que
se constituya tal como establece la legislación actualmente vigente.”
Un informe para la historia
Finalmente, los lingüistas
emitieron informe provisional del que se dio traslado a las asociaciones del
sector el pasado 16 de febrero de 2017. En el plazo convenido para ello, las
asociaciones con las que se había seguido el proceso, presentaron los escritos
que tuvieron por conveniente que fueron trasladados a los tres lingüistas, que
los estudiaron adoptando la decisión de resumirlos en unos criterios básicos,
sin perjuicio de lo que en su día decida la autoridad que se constituya de
acuerdo con la legislación en materia de lenguas propias de Aragón,
especialmente en lo relativo a las soluciones que para modalidad se puedan
adoptar.
En su informe, los lingüistas
manifestaban el honor que sentían y la responsabilidad que asumían al ser
elegidos por la Dirección General de Política Lingüística y por las
asociaciones defensoras de la lengua aragonesa, para la encomiable
labor de intentar llegar a un acuerdo ortográfico que satisfaga a todos.
Comenzaban constatando que
cualquiera de los tres sistemas ortográficos propuestos hasta el momento era
susceptible de ser solventemente razonado y defendido por igual, ya sea
utilizando argumentos estrictamente lingüísticos (correspondencia con la
fonología de la lengua, coherencia interna), socioculturales (aceptabilidad
social, estética visual, individuación gráfica entre las lenguas del entorno) o
simplemente didácticas (facilidad en su manejo).
Afirmaban, asimismo, que esta
controversia gráfica era muy perjudicial para cualquier proyecto de
normalización social del aragonés, una lengua cuya difícil situación y
perspectivas de futuro exigen referencias comunes por parte de todos sus
hablantes y cultivadores.
Concluían asegurando que, como
filólogos que apreciamos la lengua aragonesa y los esfuerzos de su comunidad de
hablantes para dignificarla y darle un futuro viable, nada nos satisfaría más
que contribuir positivamente a esa gran empresa colectiva.
Con estas palabras hermosas y
sensatas se resumía el espíritu de un informe que, una vez elevado el informe a
la categoría de definitivo, dio lugar a la Resolución de 16 de mayo de 2017 del
Director General de Política Lingüística por la que se daba publicidad a
algunos aspectos básicos de la representación gráfica de la lengua aragonesa, y
que fue publicada en el Boletín Oficial de Aragón, el día 28 de
junio de 2017.
El futuro de la nueva grafía
Esta nueva grafía, nacida de un
compromiso voluntariamente aceptado, será utilizada institucionalmente mientras
no se disponga lo contrario en una norma de rango superior que recoja, en su
caso, la que determine la institución científica que se pudiera constituir en
el futuro, con el fin de establecer las normas referidas al uso correcto de las
lenguas y modalidades lingüísticas propias de Aragón, tal y como dispone en la
actualidad el artículo 7 de la ley 3/2013, de 9 de mayo, de uso, protección y
promoción de las lenguas y modalidades lingüísticas propias de Aragón.
Esta Resolución, tal como venía
pactado de antemano, es vinculante para la Dirección General de Política
Lingüística, como parte del Gobierno de Aragón y también lo es para las tres
asociaciones (Consello d’a Fabla Aragonesa, Sociedat de Lingüística Aragonesa y
Estudio de Filología Aragonesa) que según el compromiso que adquirieron “utilizarán,cuando
escriban en aragonés, la grafía resultante que describa el dictamen y
promoverán su uso en todo caso, renunciando a grafías o propuestas diferentes.”
A partir de la publicación de
esta Resolución, culmen de un proceso ejemplar, se espera cerrar una etapa de
años de desencuentros en lo que a la grafía del aragonés se refiere.
Por su parte, la Dirección
General de Política Lingüística ya está cumpliendo su compromiso desde el
primer momento, adoptando la nueva grafía para sus comunicaciones y
publicaciones institucionales en aragonés. Asimismo, varias instituciones, una
veintena de entidades y también muchos particulares han anunciado públicamente
su adhesión a los términos establecidos en dicha Resolución y que, en última
instancia, emanan del dictamen elaborado por los tres expertos elegidos y
unánimemente aceptados por el Consello d’a Fabla Aragonesa, la Sociedat de
Lingüística Aragonesa y el Estudio de Filología Aragonesa.
Apelamos al sentido de la
responsabilidad y a la madurez para que, esa minoría de asociaciones que
todavía no lo han hecho, cumplan con sus compromisos. Solo cabe desear que el
sentido común y la cordura se vayan imponiendo poco a poco, de modo que se
aglutinen energías con el único objetivo de salvar nuestra querida lengua.
La Academia aragonesa de la
Lengua
Esperemos, pues, que la futura
institución académica del aragonés contribuya a esta tarea de normalización
definitiva de la cuestión gráfica. Por su parte, desde la Dirección General de
Política Lingüística se han dado los primeros pasos para constituir esta
institución académica del aragonés, pues según el artículo 7.2 de la Ley de
Lenguas de Aragón, corresponde a la Academia Aragonesa de la Lengua establecer
las normas referidas al uso correcto de las lenguas y modalidades lingüísticas
propias de Aragón. Según la mencionada Ley, el Gobierno de Aragón aprobará los
estatutos de la Academia Aragonesa de la Lengua, en los que se fijará su
composición, organización y funcionamiento.
Con este objeto, el 26 de mayo de
2017, se publicó en el Boletín Oficial de Aragón un anuncio por
el que se sometía a información pública el proyecto de decreto del Gobierno de
Aragón, por el que se aprueban los estatutos de la Academia Aragonesa de la
Lengua en la que están comprendidos el Instituto de l’aragonés y
el Institut del català d‘Aragó.
La Academia Aragonesa de la
Lengua, dice la Ley, estará compuesta por personas de reconocido prestigio en
el ámbito de la filología, literatura y lingüística, preferentemente doctores,
y con preferencia de nativos hablantes, que cuenten con una larga trayectoria
en la práctica y el fomento de los valores lingüísticos y literarios propios de
la comunidad aragonesa, y en la que estén representadas las lenguas y
modalidades lingüísticas propias de Aragón.
Epílogo
Una vez constituida la Academia,
esta validaría, en su caso, el informe elaborado por los tres expertos, cuya
altura científica y su valor como documento previamente aceptado por las partes
está fuera de toda duda.
Si así ocurriera, quedaría
definitivamente zanjada una batalla estéril que no ha hecho sino retrasar el
proceso de recuperación del aragonés.
Esperemos que así sea.
Zaragoza, septiembre de 2017
Santa Cruz de la Serós
Fotografía de Chusé María Cebrián Muñoz