EL VIADUCTO, VALLA DE LAS OBRAS DEL
CONSERVATORIO DE MÚSICA
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Si el sol templa el ambiente, los
veréis agarrados a la barandilla del viejo viaducto (Hue) turolense para “echar
un vistazo.” Las máquinas al fondo, en la rambla, hacen tremolar la estructura
del monstruo de hormigón armado mientras socavan en la tierra para asentar los
alizaces del nuevo edificio. El espectáculo es gratuito y de paso, mientras
miras, la llegada de más amigos y conocidos hacen prolongarse innecesariamente “EL
CAPAZO”. Será, pues, necesaria la vacuna este año ya que con el relente la
probabilidad de coger la gripe se incrementa. Los pobres en el negocio de pedir, los
perros enseñoreados de las esquinas y los ciclistas, sin casco y sin apearse en
zona peatonal, conforman el espectáculo. El viejo viaducto es garganta, cuello
de botella, filtro de paseantes e improvisada ágora en la que se discute
acaloradamente sobre en que momento y, en que lugar, hay que meter en la cárcel
a PUIGDEMONT (ahora viene cuando te cuentan el último chiste). Noviembre sacude con su viento las bellotas y se hacen las tardes
cortas, pesadas y somnolientas. Ya hay en el ambiente un rum, rum a turrón
de mazapán y a cava aragonés. ¡Ojo, no hay boicot! Nosotros compramos productos
aragoneses porque son los mejores… ¿o no?
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