I-NEX-PUG-NA-BLE
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¿Qué
población puede decir lo mismo? Albarracín nunca pudo ser conquistada por las
armas. Es una fortaleza, aquí cobra el apelativo todo su significado,
INEXPUGNABLE. El Barrio de los Palacios y el Portal de Molina son testigos de
cuanto decimos. Albarracín sólo se entrega mediante pacto (a los Azagras) o tal
vez a ese río de aguas blancas que lo atenaza. Sí, Albarracín es prisionera del
río que la rodea y la atrapa, como atrapa a la mies, la curva de una corbella. Tremendo foso el
que han escavado las aguas y fuertes y firmes murallas las que construyó el
hombre para su defensa.
A
ver, a conocer y pintar la perla interior han venido muchísimos artistas. Julián
Borreguero, decidió tomar por una vez los óleos y pintarte ya que, resistir a
la tentación, le fuera imposible. Los cuadros son propiedad de la Diputación
General de Aragón y su tamaño es de 44 X 100 cm.
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Borreguero
López, Julián***
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Contenido
disponible: Texto GEA 2000
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3-VI-1937 – Zaragoza, 2001). Pintor. Vivió en Zaragoza desde 1958. Estudia en la
Escuela de Artes y Oficios de Segovia y en la Escuela de Cerámica «Zuloaga»,
pasando a la Escuela de Cerámica de la Moncloa, Madrid. Becado por la Escuela
Superior de Bellas Artes, donde acaba sus estudios en 1958. Beca del estado y
pensión en Granada por la Fundación «Rodríguez Acosta».
Destacado
retratista que se apoya en un sólido dibujo y en el dominio de la técnica. Su
obra más representativa la inicia en 1958, sin olvidar la magnífica serie sobre
la tauromaquia, 1959 a 1962, que realiza mediante plumilla sobre papel, en la
cual muestra una implícita fuerza rara vez abandonada. Sus primeros lienzos
corresponden a una temática de marcada crítica social, que se acompaña por un
sobrio colorido. Con posterioridad se interesa por un paisaje interpretado
desde la supresión de elementos formales para obtener un mayor impacto visual.
Paisaje que evoluciona del ascético color a unas tonalidades más claras, las
cuales nunca impiden su acentuada personalidad. El paisaje urbano, las escenas
costumbristas y la crítica social se mantienen como una constante. A partir de 1995
tiene una obra que retoma aquella fuerza al servicio del cuerpo humano, en
ocasiones fragmentado, para incidir en una interiorización de los sentimientos
que posa sobre cada pincelada.
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