LAS PROCESIONES DE SEMANA SANTA
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La Iglesia es Madre y Maestra pero es
en esta segunda faceta, la de maestra, donde podemos encontrar la explicación
del origen y función de las procesiones de semana Santa. El origen de las
procesiones no es muy remoto en el tiempo y se ocasiona por dos circunstancias
claras. La primera es la aparición de las cofradías en torno al siglo XV. La segunda razón tiene que ver con la
dificultad que tiene los fieles de entender determinados pasajes del Evangelio
al realizar la Iglesia el culto en lengua latina. Y son precisamente los laicos
los que inician el proceso de sacar las figuras a la calle. En primer lugar, al
Crucificado y a la Dolorosa. Dos figuras imprescindibles en un templo. Si uno recorre
las iglesias de la provincia que fueron quemadas en la pasada Guerra Civil
(36-39) verá que las dos primeras imágenes que se reponen (y que nunca faltan en una iglesia) son el Cristo Crucificado
y la Dolorosa.
Tienen, las procesiones, una función
didáctica, al adoptar la clara intención de trasladar mediante imágenes lo que
no comprendían bien los fieles a través de la liturgia realizada en latín. El
desarrollo de la imaginería ha tenido
que ver con las circunstancias de cada pueblo o ciudad de la península
y, también, con el estilo artístico que se desarrollaba en cada momento. Por
ello el estilo barroco está casi siempre presente en los pasos.
También dentro de las cofradías ha habido
sus tensiones, como las ha habido entre la Iglesia y el pueblo creyente. En muchas ocasiones los pasos eran propiedad
del noble o del señor del lugar y eran portados por el pueblo llano, lo que
daba lugar a tensiones (sobre todo en el bajo Aragón). Tensiones que
estallaron, también en 1936 con la quema por parte de los jornaleros (costaleros), de los
pasos procesionales.
Desde la pasada Guerra Civil (36-39)
las procesiones han tenido una época floreciente, bien es verdad, que con
momentos más o menos críticos. Con todo, el resultado es un Semana Santa de
Interés Turístico Nacional en Teruel y de Interés Turístico Internacional en la
Ruta del Tambor y del Bombo.
De todo lo dicho se desprende que
el elemento fundamental para que funcionen bien las procesiones es la
COFRADÍA. Llenar de contenido y de vida
la Cofradía es asegurarse el éxito. Por ello, esta vuelta a las esencias de la cofradía de
la Soledad, puede tener sentido. Se trata de darle a la cofradía una dimensión
social y asistencial (así nació Ntra. Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo). Desde luego habrá que estar atento pues, son las mujeres,
hoy día, las que innovan.
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