EL ETIQUETADO DEL VINO
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Se cuenta que, antiguamente, cuando
se iba a comprar vino, el vendedor invitaba al cliente a probarlo a la vez que
le ofrecía unas rodajitas de queso. El vino y el queso “no maridan” por esa
razón el comprador quedaba despistado y el vendedor le podía colocar un vino en
malas condiciones. El desastre se descubría cuando el vino había recorrido, a
veces, muchas leguas… A esta técnica se le llamaba “dárselo con queso”.
De la misma manera, hoy se trata de
despistar al comprador con técnicas de marketing moderno. Esta botella que
presentamos aquí, es un ejemplo. El atractivo etiquetado es el queso pero, todavía
más, ya que el producto está herméticamente cerrado y no puede
probarse/catarse/tastarse. La información que da la botella es escueta. Se trata de la
capacidad de la misma, 75 cl. y del porcentaje/grado alcohólico, el 12,5%. Luego
trae reseñada la bodega y los sulfitos. Nada dice de lo fundamental que estamos
comprando, del tipo o variedades de uva que se han utilizado. Proceso de
elaboración, procedencia de las uvas. Si es vino joven o tratado en barrica,
etc., etc. Conviene pues, que la botella
lleve una información más precisa y detallada, pues de esta manera compras a
ciega. El que la etiqueta señale que es “un vino de cuento” en nada ayuda, por
el contrario despista todavía más.
Por ello es necesario, cada día más, que no nos den con queso, el
vino.
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