Chopos cabeceros junto al río Guadalope en la Cederilla.
LA CEDERILLA
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Paseaba con Guillermo junto al
río Guadalope y comentábamos la belleza del lugar en el que nos encontrábamos,
a la vez, de la fortuna de habitar una tierra tan bella y singular como la
turolense. Mira, me dijo, he leído en un panel del molino que este paraje se
conoce con el nombre de “la cederilla” y que, a su vez, procede del latín “Edera” (perteneciente o relativo a edén). Me ha
llamado la atención porque yo, como sabes, he trabajado mucho tiempo en
Cedrillas, topónimo que la gente del pueblo pronuncia: Cederillas. No sé si
tendrá el mismo significado...
Bueno, pues de una cosa pasamos a la otra y, la otra fue
el tema del árbol, de los árboles en general. El Guadalope (o río de los lobos), sin embargo, está escoltado por hermosos y frondosos chopos
cabeceros. El árbol, me dijo Guillermo, ha estado presente en todas o en casi
todas la religiones. Me señaló la importancia del roble para los griegos y no
digamos para los celtas. Bueno, apostillé yo. En nuestra cultura Judeo-Cristiana
es quizás, después de hombre, el elemento fundamental y más presente en nuestra vida. ¿En que te basas para
afirmar eso?, me dijo. Le contesté. Te voy a recitar un poema que te lo
aclarará perfectamente. Se titula, IN LIGNO ET PER LIGNUN y aparece en Miscelánea,
no en la mía, si no en la de Domingo Gascón, dice así:
Un árbol en el Edén
y otro en el Gólgota
advierte:
allí el pecado y la
muerte,
aquí la vida y el
bien;
eternos juicios de
Quien
al pecar abandonamos;
por El la salud
hallamos
donde ciegos le
ofendimos;
bajo un árbol nos
perdimos,
en otro árbol nos
salvamos.
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Florencio Jardiel
(1896)
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Así qué, dijo Guillermo, la cruz de Cristo es en realidad un árbol. Para nuestra cultura, así es: representa el árbol de la vida. Con estos y otros comentarios llegamos al castillo de Aliaga y sobre su cima oteamos de nuevo, no ya una cruz, si no un árbol.
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Río Guadalope a su paso por el Edén.
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Río Guadalope
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Cabra hispánica
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Castillo de Aliaga
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A propósito del "árbol". En la celebración
litúrgica de la tarde del Viernes Santo, en la adoración de la cruz, se
presenta a los fieles diciendo: Ecce lignum crucis in quo salus mundi pependit.
O sea, que sí, lo del árbol, pinta. (Javier Sáncho, presbítero)
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Restos torreados de la fortificación.
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