LOS VINOS DEL
MATARRAÑA
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Cuando me des a probar un vino, no me señales la botella, muéstrame primero el campo donde se cultiva la uva. (Chusé María Cebrián)
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Cuando me des a probar un vino, no me señales la botella, muéstrame primero el campo donde se cultiva la uva. (Chusé María Cebrián)
En los años 60 del siglo XX era
corriente ver viñas en la provincia de Teruel y aún, en la capital. Todavía hay barrios que llevan ese nombre: “Las
Viñas”. Había viñas en todos los pueblos, unas veces los trujales (el trul)
eran individuales y otras veces colectivos, para todo el pueblo, aunque de
propiedad privada. Caudé ha sido un pueblo de mucha viña y aún queda remedo
de aquello. Villastar, Villalba Baja… todo el valle del Jiloca y la zona de Muniesa también era de mucha viña. Las últimas
viñas han permanecido hasta nuestros días en Báguena, Burbáguena, San Martín
del Río... A principios del siglo XX España fue primera potencia mundial en la
producción de vino. Desde entonces, muchas son las causas de su desaparición,
la altitud, la despoblación, la falta de competitividad, etc., etc. Ahora
renace la viña en el otro extremo de la provincia, en El Matarraña. Es una
apuesta de carácter agrícola y empresarial. Gente que apuesta su dinero por un
producto que ofrece perspectiva de negocio. Nace o está naciendo el “Vino de
pago”. Es una nueva categoría para aquellos vinos cultivados y criados en la
finca, fermentados, elaborados y embotellados, allí mismo, dentro de la propiedad. Se empieza de cero.
La viña se planta en espaldera y se mecaniza todo lo posible para ahorrar mano
de obra. Se hace un producción limitada, se seleccionado variedades que demande
el mercado y se les pone un precio. Están saliendo unos vinos de altísima calidad que triunfan en las ferias monográficas sobre esta materia. No es ningún invento, se empezó en los años sesenta lo que se ha dado en llamar "desarrollo de recursos endógenos". De entrada tenemos tres productos en situación óptima: Jamón, aceite y melocotón.
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