DESCRIPCIÓN DE VILLEL
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El presbítero y poeta D. Juan Villarroya, que floreció en el siglo XVIII, dejó escrita una comedia, cuyo original se conserva cuidadosamente en el archivo del santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, en el término de Villel.
En la jornada primera de esa comedia el autor pone en labios del caballero de Albarracín D. Arnaldo Pérez, dirigiéndose al rey don Alfonso, los siguientes versos:
ARNALDO
Sabrás, señor, que es Villel
un abundante terreno,
un jardín de flores lleno
y un delicioso vergel.
Toda la hermosura en él
se encuentra como en su cuna:
hombre pobre y con fortuna
se hallan muy bien, pero tanto
que otro Villel no hay en cuanto
alumbra el sol y la luna.
Su huerta con sus verdores
nombre de cielo merece,
pues la música embebece
de los pájaros cantores.
Con tan célicos primores
a los sentidos desvelo
les motiva, y con recelo
se quedan, sin discernir
si tierra se ha de decir,
o si ha de llamarse cielo.
A cualquier parte que inclines
la vista, todo es verdores
y canto de ruiseñores,
porque todo son jardines,
tan a las casas confines
que el más desvelado dueño,
sin que ponga más empeño
que el dulce canto y su orgullo,
le pueda servir de arrullo
para conciliar el sueño.
Como el sol de lleno baña
los montes, por solanares
se ven varios colmenares
por una y otra montaña.
¡Que hermosa está la campaña
con tan distintos colores
de espliego, romero y flores,
que el Abril viste por gala!
¡Otro edén no se lo iguala,
ni tiene tantos primores!
Dos raudales caudalosos
entran a regar su estancia,
que crían con abundancia
truchas y peces sabrosos.
Por otros riscos frondosos
una fuente se despeña (1)
tan copiosa y halagüeña,
que promontorio empinado
monte de cristal preñado
aborta una dura peña.
Es el terreno templado,
todo cercado de montes,
cuyos altos horizontes
de vientos lo han resguardado;
en su centro está situado
un castillo que en grandeza,
siendo peña de una pieza,
desafía a otra Babel,
que en defensa de Villel
lo crió Naturaleza.
Sobre este peñasco o pira,
de los vientos firme roca,
parece que el cielo toca
la torre que en él se mira.
Su altura a todos admira,
causa pavor y desvelo,
pues, mirada desde el suelo,
a la vista desvanece,
y así, engañada, parece
puntal que detiene al cielo.
Esta villa, siempre en vela,
tiene la entrada que espanta,
que está a modo de garganta
por donde el Turia se cuela;
y si el moro se desvela
y forma allí su sitiada,
siendo tan mala la entrada
y el puesto tan ventajoso,
el daño ha de ser forzoso
y nuestra la retirada.
Con que así, es preciso ver
qué medio se ha de tomar
para poderlo ganar,
pues es tanto de temer;
por mina no puede ser;
por asalto, peligroso;
sitiarlo, dificultoso;
más con prudencia y valor
lo podrá vencer, señor,
nuestro brazo poderoso.
ALFONSO
Confieso que me ha dejado
admirado tu bosquejo,
viendo en concha tan pequeña
perla de tan rico precio,
que no es justo la disfrute
un bárbaro sarraceno.
Vuestra noticia me ha dado
ocasión a que el deseo
se encienda para el combate
que, aunque difícil, no temo
cuando asisten a mi lado
soldados de tanto esfuerzo, etc.
(1) Fuente que nace al pie de una montaña llamada Chartera, notable por más de un concepto.
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D. Juan Villarroya era natural de Villel. El archivo fue destruido en la Guerra Civil (36-39).
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Tomado de: Miscelánea Turolense, página 479.