“La fabricación de la esquila en Mora de Rubielos” es el segundo título de la colección de etnografía que se inició en el Colegio Universitario de Teruel, cuando éste estaba ubicado, precisamente, en la calle Miguel Servet número 2 de Teruel. En esta ocasión la labor principal la lleva Francisco Burillo y Ángel Gonzalvo, escribe los epílogos Luis Bergue y José Palomar. Se hicieron dos ediciones, la presente es la segunda de 1983. Estos cuadernillos tenían mucho éxito entre el público en general, en una época en que empezaba a valorarse lo propio. Después, durante muchos años he visto el tenderete de esquilas plantado en las ferias agrícolas y ganaderas de la región. Este año pasado las volví a ver en la Feria de Cedrillas y me pregunté si este libro no habrá tenido algo que ver para que la tradición de fabricar esquilas no haya desaparecido. Por lo demás, el libro es muy ilustrativo y descriptivo de la tarea de hacer estos objetos que todavía son de uso general en la ganadería extensiva. Una de las tareas más difíciles que encontré, en este aspecto, es la de colocar el badajo en la esquila. Tarea que debe hacerse una vez fabricada la pieza y que resolvía con notabilísima habilidad un mozo, en Tortajada, que tenía una minusvalía psíquica. Era algo de lo que presumía ante propios y extraños.
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