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El Bando de la Alcaldía que regula el encendido de las hogueras de San Antón fue, ayer noche, sistemáticamente ignorado por la inmensa mayoría de las personas que participaron en ellas. Como a muchas comunidades de vecinos ya nos había pasado en Medievales del año pasado, quitamos los extintores de escaleras y garajes. De esta forma, una fiesta no se convierte en otro problema para los ciudadanos con el consiguiente desembolso de dinero. ¿Por qué, cuando un extintor ha dejado de tener utilidad para los que lo sustraen, en una hoguera o en una jaima, no se devuelve? Parece ser más cómodo abandonarlo a su suerte en cualquier parte. Da la impresión de que la sociedad tiene que ser cada vez más responsable, mientras que el individuo, no afronta ninguna responsabilidad. Cuando hay una fiesta se convierte ésta, para el Ayuntamiento, en un quebradero de cabeza. Hay que normativizarlo todo porque, si no es así, el individuo reclama judicialmente. Y es que ya lo dice el viejo adagio: NO HAY LIBERTAD SI NO HAY RESPONSABILIDAD.
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