Escrivá de Balaguer y Silvestre Sancho son dos recias personalidades aragonesas que desarrollan un importante papel durante el siglo XX en el campo religioso, que era de su competencia. Mucho menos conocido que monseñor Escrivá, es el padre Silvestre Sancho quien, sin embargo, fue campeón de la Hispanidad en unos momentos de nuestra historia en los que la presencia de España en el mundo estaba muy mermada. Escrivá, Sancho y Poveda son tres figuras de nuestra historia reciente que, sin duda alguna, merecen un mejor estudio y una mayor atención por su trascendencia en la época en la que les tocó vivir.
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FRAY SILVESTRE SANCHO MORALES, O. P.
Presentamos un fragmento del testimonio que dio el Padre Silvestre Sancho para la canonización de su íntimo amigo Monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. El Padre Sancho nació el 31 de diciembre de 1893 en Encinacorba. A los 10 años ingresa en el seminario de Belchite y el 6 de enero de 1912, recién cumplidos los 19 años, recibe el hábito de dominico en Ávila. Estudia después en Nueva Orleáns (EE.UU.) y en la Universidad Católica de Washington. Parte de diácono a Manila en 1919 y allí fue ordenado sacerdote, posteriormente se doctora en teología en el año 1922. Murió el 19 de octubre de 1981 y fue enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid. Fue provincial de los Dominicos en Extremo Oriente. Rector de la Universidad de Santo Tomás en Manila y amigo del Padre Poveda. Su universidad, en Manila, fue el estandarte de la "Hispanidad" en el primer periodo franquista. Tiene, en su villa natal, una calle dedicada a su memoria.
Autor: Fray Silvestre Sancho Morales.
Categoría: Testimonios
Texto: "En la presencia de Dios, y para que en su día pueda servir a la causa de beatificación y canonización de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, quiero dar testimonio de la eminente y heroica santidad que vi siempre en sus acciones y palabras. Tengo la seguridad de que procuro así la gloria de Dios y el bien de la iglesia.
Conocí a Mons. Escrivá de Balaguer el año 1935. De los años anteriores no puedo aportar testimonio directo, porque en 1915 salí de España hacia Estados Unidos, y después fui a Manila, y no regresé hasta veinte años después.
A mi regreso a España en esta fecha, yo estaba muy interesado por el apostolado con los jóvenes, y por eso me interesó conocer a las Teresianas; y fui a ver al Padre Poveda y a la señorita Segovia a la residencia que tenían en la calle Medinaceli, 4, en Madrid. En aquella visita la señorita Segovia me habló del apostolado que realizaba Mons. Escrivá de Balaguer con los jóvenes, y me preguntó si quería conocerle. Le contesté que tendría muchísimo gusto. La señorita Segovia le llamó por teléfono, y él acudió allí para hablar conmigo. He de decir que el Padre Poveda quería mucho al Fundador del Opus Dei, y a su vez éste le correspondía con mucho afecto, y siempre bendecía a Dios ante cualquier apostolado: muchas veces le he oído decir después cuantos más haya que sirvan al Señor, mejor. No fue jamás exclusivista, tenía un espíritu muy amplio, un celo infatigable por todas las almas.
En aquella primera entrevista hablamos del apostolado con los jóvenes, pero sobre todo recuerdo que quedé encantado por su modo de ser sumamente abierto, muy alegre, siempre muy alegre. Por eso yo simpaticé con él desde el primer momento. Pienso que quizá influyese también el que fuéramos de la misma tierra. Esa primera impresión sobre su alegría la seguí comprobando después como algo constante en su vida, a la vez que iba descubriendo el fundamento sobrenatural de su alegre optimismo.
No volvimos a vernos hasta el año 1941. Yo me marché a Filipinas en febrero del 36, porque fui nombrado Rector de la Universidad de Manila. A finales de 1941 volví a España de vacaciones, pero ya no pude regresar a Manila porque ocurrió el ataque japonés a la base norteamericana de Pearl Harbour, en Hawai. Aunque ya tenía el visado para ir a Filipinas por Estados Unidos, no me fue posible hacerlo, porque estaba cerrado el Pacífico, el Atlántico y el Mediterráneo. Por eso me quedé en España. Aquí permanecí diez años hasta que fui nombrado Provincial de los Dominicos en el Extremo Oriente en 1951.
En esta época es cuando tuve relación más íntima y habitual con el Fundador de la Obra, hasta que él se marchó a Roma en 1946 en donde seguí viéndole periódicamente sobre todo desde 1951 hasta hace pocos años. Al ir a Filipinas y volver iba a visitarle y tenía largas conversaciones con él, que siempre me acercaban más a Dios." (Fragmento)
Padre Silvestre Sancho, de Encinacorba.
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ABC. DOMIXGO 30 DE NOVIEMBRE DE 1941.
EL CAUDILLO CONCEDE AL PADRE SANCHO,
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE MANILA, LA GRAN CRUZ DE ALFONSO X EL SABIO, POR SUS
ALTOS MERECIMIENTOS Los rectores de todas las Universidades de España
asistieron al acto de! a imposición. El anteproyecto de ley Universitaria, en
estudio A las once y media de la mañana de ayer, en el salón principal de
recepciones del ministerio de Educación Nacional, se celebró el acto de imponer
al rector magnífico de- la Universidad católica de Santo Tomás, de Manila,
padre Silvestre Sancho, O. P. las insignias de la Gran Cruz de la Orden de
Alfonso X el Sabio, recompensa que le ha sido concedida por S. B. el Generalísimo
y Jefe del Estado español, por los relevantes méritos de dicho religioso.
Correspondió imponer la Cruz, en esa decisión del Caudillo, al ministro de
Educación Nacional, Sr. Ibáñez Martín.