COGER A DIOS POR LA GARRA
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Lo decía, un amigo pancrudino, de un
filólogo oscense: “Éste tiene a Dios cogido
por la garra”. Que viene a significar: “Estar en posesión de la verdad”. Si en
el pensamiento cristiano Dios es la VERDAD absoluta, tener a Dios agarrado por
la pierna (en aragonés, garra) viene a significar que, los asertos (dichos por
aquel que tiene a Dios cogido por la garra), tienen una parte muy sustancial de
VERDAD o de verosimilitud.
Encinacorba tiene (en estado de
ruina) una ermita llamada ermita del “Esconjuradero”. Esconjurar es una
práctica religiosa mediante la cual y, tras repetidas invocaciones al Altísimo,
se lograba desvanecer los peligros de las tormentas que pudieran poner en peligro las cosechas.
En esta ermita, uno de los edificios patrimoniales más antiguos de la villa, se
encontraba (ahora en la parroquia) entre su mobiliario, un retablo gótico (ya
restaurado) y un Cristo románico con las “Marías” (éstas sin restaurar). El
conjunto: el Cristo y las imágenes de la Virgen y San Juan formaban (y forman) un tradicional calvario.
La imagen de este Cristo llagado es
espectacular y ha participado en diversas exposiciones organizadas, tanto por
la DPZ como por el Arzobispado de Zaragoza.
Fuera de los actos propios de esconjurar, el resto del tiempo, los vecinos subían hasta la pequeña ermita
con sus peticiones. La cabecera del pequeño templo estaba llena de exvotos. Las
imágenes, también, cubiertas por una patina de polvo negro producido por el humo
de los cientos o miles de velas hasta aquí llegadas para alcanzar el beneficio
pretendido, siglo tras siglo.
Pero, sin duda, hay un detalle
conmovedor. En el propio madero en que está crucificada la imagen de Cristo y,
justo debajo de sus pies, se colocó una anilla de hierro a la que atar
determinadas ofrendas. Seguramente eran peticiones excepcionales cuya atención
era prioritaria. Es fácil de entender… una enfermedad, la perdida de los
bienes, la zozobra por los hijos… o cualquier otra calamidad imprevista.
Aquí queda patente la necesaria
proximidad, el rozar con la mano el cuerpo de Cristo, el comprometer con
insistencia la resolución de un problema
acuciante.
Tras un periodo de tiempo, las
ofrendas se cortaban y volvían a ser sustituidas por otras, no menos
acuciantes. Era pues necesario tener a Dios cogido de la garra o casi. Lo
mismo, las personas pudientes (nobleza) construían en sus palacios una capilla
y tenían pagado a un sacerdote para su servicio. En otras ocasiones construían
capillas en la propia iglesia o catedral.
A Dios, es preciso tenerlo bien
agarrado de la “garra” y de vez en cuando estirar de la pierna por si se ha
olvidado de nuestros problemas.
En todas las iglesias que he visitado, en la zona en la que fueron devastada en 1936, uno de los primeros objetos muebles que se adquirieron e instalaron en su correspondiente capilla fue, un Cristo.
En todas las iglesias que he visitado, en la zona en la que fueron devastada en 1936, uno de los primeros objetos muebles que se adquirieron e instalaron en su correspondiente capilla fue, un Cristo.
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