Cuando el/ella, procedente del Valle de los Purines, paso por debajo de su columna todavía no había definido su inclinación sexual. ¿Homo, hetero, bisexual...? ¿Chí lo sa? Lo encontró demasiado presumido, allí arriba, enhiesto, coronando la columna y mirando con mucha altanería a los de allá abajo.
Tampoco él/ella lo tenía nada claro. ¡Pepa Pig!, puag (se dijo), ...de ninguna manera. Un buen toro rosso, eso es lo que a mi me conviene.
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Pero, Cupido o San Valentín, disparó su flecha. Y, una burbuja de amor se elevó sobre el cielo de Teruel. Ambos se miraron fijamente y quedaron para tomar un pienso de remolacha con harina.
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A los postres se declararon mutuamente su amor y, hubo "fusión", (edredonin) entre el de Teruel y la del Valle de los Purines.
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Y todo gracias (o por culpa) a los buenos oficios de SAN VALENTÍN, ese santo indizcador. Ahora, cada uno tiene su columna desde la que se lanzan arrumacos. Tantos, que (dicen) hasta empalaga.
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Pues, si todo lo que suba baja y todo lo que entra sale (o casi)... todo amor tiene su desamor. La cerdica volvió al Valle de los Purines y el Torico siguió impertérrito sobre su columna. ¡Qué bonito es el amor... mientras dura!
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