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miércoles, 20 de febrero de 2019

Febrero2019/Miscelánea. GREGORIO ORDÓÑEZ FENOLLAR Y SU RELACIÓN ANCESTRAL CON CUTANDA


ASESINADO POR ETA
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El padre de Gregorio Ordóñez Fenollar, Gregorio Ordóñez Millán, era natural de Cutanda (Teruel)
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Ordóñez Fenollar, Gregorio. Caracas (Venezuela), 21.VII.1958 – San Sebastián (Guipúzcoa), 23.I.1995. Político, presidente del Partido Popular en Guipúzcoa.
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Los padres de Gregorio, Consuelo Fenollar Bataller y Gregorio Ordóñez Millán, originario de Cutanda (Teruel), se conocieron de niños en Terrateig (Valencia), pueblo natal de Consuelo, cuyo padre había sido fusilado por los comunistas en 1936. Gregorio, huérfano desde muy temprano, llegó ahí como refugiado cuando tenía trece años, junto a otros niños procedentes de Teruel. Al acabar la guerra nunca perdieron contacto y a finales de la década de 1940 emigraron a Venezuela, donde se casaron y tuvieron dos hijos: Gregorio y Consuelo.
Los niños tenían siete y cinco años respectivamente cuando la familia regresó a España. Primero se fueron a Valencia, pero en 1965 se instalaron definitivamente en San Sebastián, donde Gregorio cursó sus estudios primarios y secundarios con notas excelentes; entró en el Opus Dei en los últimos cursos de bachillerato. En 1976, tras terminar el Curso de Orientación Universitaria (COU) en San Sebastián, comenzó la carrera de Periodismo en la Universidad de Navarra, donde residió en el Colegio Mayor Aralar. Eran los años de la transición a la democracia, en los que los partidos políticos asumieron el protagonismo de la vida pública, pero también eran años marcados por el terror de Euskadi Ta Askatasuna (ETA).
En tercero de carrera, Gregorio dejó la Obra y en 1981, ya licenciado, empezó a ejercer el periodismo en San Sebastián en el periódico Norte Exprés, publicación afín al centro derecha. La ETA campaba a sus anchas y el joven Goyo, como le llamaban todos, arremetía sin complejos contra los terroristas. Fue tras el asesinato del padre de un amigo cuando Gregorio inició su carrera política y lo hizo, en palabras de su viuda, Ana Iríbar, “para que las cosas cambiasen, para sustituir la cultura del miedo por la de la libertad, para ganar la batalla a la cobardía, con coraje, con nobleza”.
Gregorio ingresó en Alianza Popular (AP) y se convirtió en el presidente de Nuevas Generaciones, cargo que abandonó en 1982 cuando se cerró el periódico. Entonces se incorporó a la secretaría técnica del Partido, que tenía un exiguo número de militantes. En 1983 protagonizó como político el primer éxito electoral de AP en Guipúzcoa, al conseguir tres concejales en el Ayuntamiento de San Sebastián. A partir de ese momento, Goyo se dedicó íntegramente a sus nuevas funciones, alcanzando grandes cotas de popularidad entre los vecinos y volviendo a salir elegido en las elecciones de 1987.
En las elecciones generales de 1989, convertida AP ya en el Partido Popular (PP), Gregorio se presentó como diputado por Guipúzcoa, sin éxito, aunque en 1990, en las elecciones autonómicas, fue elegido diputado del Parlamento Vasco por Guipúzcoa. En 1991 revalidó su concejalía en las municipales, en las que el PP experimentó un crecimiento visible en el Ayuntamiento de San Sebastián, al conseguir cinco concejales.
Con Gregorio Ordóñez como presidente del PP de Guipúzcoa, el partido llegó a ser la fuerza política más votada en San Sebastián, y así se reflejó en 1991 durante las elecciones al Parlamento Europeo. Para Goyo, miembro del Parlamento Vasco y primer teniente de alcalde de San Sebastián, la siguiente cita electoral sería en las municipales de 1995 y se presentaría como alcalde de San Sebastián, con grandes perspectivas de éxito, como corroboraban las encuestas.
Pero no pudo ser, pues el 23 de enero de 1995 fue asesinado de un tiro en la cabeza en un céntrico restaurante de San Sebastián, donde almorzaba con varios colaboradores entre los que estaba María San Gil, por aquel entonces su ayudante personal y, a partir de 2004, presidenta del PP en el País Vasco hasta su dimisión en 2008. Gregorio Ordóñez tenía treinta y siete años y dejaba viuda, Ana Iríbar, con la que se había casado en 1990, y un huérfano, Javier Gregorio Ordóñez Iríbar, que acababa de cumplir un año pocos meses antes.
Al día siguiente, el diario ABC tituló así la noticia: “ETA asesina a uno de sus más valientes enemigos: conmoción por la muerte de Gregorio Ordóñez”. El odio de los terroristas no terminó con su muerte: su tumba en el cementerio donostiarra de Polloe ha sido profanada en varias ocasiones, y la hostilidad de parte de la sociedad vasca obligó a su familia a marcharse del País Vasco. En 2006, dos de sus asesinos, Valentín Lasarte y el tristemente famoso Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, autor de decenas de crímenes, entre otros los de Fernando Buesa, Fernando Múgica y Miguel Ángel Blanco, fueron juzgados y condenados.

Todos los años, en el aniversario de su asesinato, familiares, amigos y ciudadanos anónimos se desplazan al cementerio de Polloe y a los jardines madrileños que llevan su nombre para honrarle. Desde la Fundación Gregorio Ordóñez, fundada en diciembre de 1995 en San Sebastián, su viuda, Ana Iríbar y su hermana, Consuelo Ordóñez, a través de debates, premios y otras actividades relacionadas con la lucha contra el terrorismo, trabajan incansablemente para mantener viva su obra y su memoria. (Real Academia de la Historia)
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