ASESINADO POR ETA
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El padre de Gregorio Ordóñez Fenollar, Gregorio Ordóñez Millán, era natural de Cutanda (Teruel)
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Ordóñez Fenollar, Gregorio. Caracas
(Venezuela), 21.VII.1958 – San Sebastián (Guipúzcoa), 23.I.1995. Político,
presidente del Partido Popular en Guipúzcoa.
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Los padres de Gregorio, Consuelo
Fenollar Bataller y Gregorio Ordóñez Millán, originario de Cutanda (Teruel), se
conocieron de niños en Terrateig (Valencia), pueblo natal de Consuelo, cuyo
padre había sido fusilado por los comunistas en 1936. Gregorio, huérfano desde
muy temprano, llegó ahí como refugiado cuando tenía trece años, junto a otros
niños procedentes de Teruel. Al acabar la guerra nunca perdieron contacto y a
finales de la década de 1940 emigraron a Venezuela, donde se casaron y tuvieron
dos hijos: Gregorio y Consuelo.
Los niños tenían siete y cinco años
respectivamente cuando la familia regresó a España. Primero se fueron a Valencia,
pero en 1965 se instalaron definitivamente en San Sebastián, donde Gregorio
cursó sus estudios primarios y secundarios con notas excelentes; entró en el
Opus Dei en los últimos cursos de bachillerato. En 1976, tras terminar el Curso
de Orientación Universitaria (COU) en San Sebastián, comenzó la carrera de
Periodismo en la Universidad de Navarra, donde residió en el Colegio Mayor
Aralar. Eran los años de la transición a la democracia, en los que los partidos
políticos asumieron el protagonismo de la vida pública, pero también eran años
marcados por el terror de Euskadi Ta Askatasuna (ETA).
En tercero de carrera, Gregorio dejó
la Obra y en 1981, ya licenciado, empezó a ejercer el periodismo en San
Sebastián en el periódico Norte Exprés, publicación afín al centro derecha. La
ETA campaba a sus anchas y el joven Goyo, como le llamaban todos, arremetía sin
complejos contra los terroristas. Fue tras el asesinato del padre de un amigo
cuando Gregorio inició su carrera política y lo hizo, en palabras de su viuda,
Ana Iríbar, “para que las cosas cambiasen, para sustituir la cultura del miedo
por la de la libertad, para ganar la batalla a la cobardía, con coraje, con
nobleza”.
Gregorio ingresó en Alianza Popular
(AP) y se convirtió en el presidente de Nuevas Generaciones, cargo que abandonó
en 1982 cuando se cerró el periódico. Entonces se incorporó a la secretaría
técnica del Partido, que tenía un exiguo número de militantes. En 1983
protagonizó como político el primer éxito electoral de AP en Guipúzcoa, al conseguir
tres concejales en el Ayuntamiento de San Sebastián. A partir de ese momento,
Goyo se dedicó íntegramente a sus nuevas funciones, alcanzando grandes cotas de
popularidad entre los vecinos y volviendo a salir elegido en las elecciones de
1987.
En las elecciones generales de 1989,
convertida AP ya en el Partido Popular (PP), Gregorio se presentó como diputado
por Guipúzcoa, sin éxito, aunque en 1990, en las elecciones autonómicas, fue
elegido diputado del Parlamento Vasco por Guipúzcoa. En 1991 revalidó su
concejalía en las municipales, en las que el PP experimentó un crecimiento
visible en el Ayuntamiento de San Sebastián, al conseguir cinco concejales.
Con Gregorio Ordóñez como presidente
del PP de Guipúzcoa, el partido llegó a ser la fuerza política más votada en
San Sebastián, y así se reflejó en 1991 durante las elecciones al Parlamento
Europeo. Para Goyo, miembro del Parlamento Vasco y primer teniente de alcalde
de San Sebastián, la siguiente cita electoral sería en las municipales de 1995
y se presentaría como alcalde de San Sebastián, con grandes perspectivas de
éxito, como corroboraban las encuestas.
Pero no pudo ser, pues el 23 de enero
de 1995 fue asesinado de un tiro en la cabeza en un céntrico restaurante de San
Sebastián, donde almorzaba con varios colaboradores entre los que estaba María
San Gil, por aquel entonces su ayudante personal y, a partir de 2004,
presidenta del PP en el País Vasco hasta su dimisión en 2008. Gregorio Ordóñez
tenía treinta y siete años y dejaba viuda, Ana Iríbar, con la que se había
casado en 1990, y un huérfano, Javier Gregorio Ordóñez Iríbar, que acababa de
cumplir un año pocos meses antes.
Al día siguiente, el diario ABC
tituló así la noticia: “ETA asesina a uno de sus más valientes enemigos:
conmoción por la muerte de Gregorio Ordóñez”. El odio de los terroristas no
terminó con su muerte: su tumba en el cementerio donostiarra de Polloe ha sido
profanada en varias ocasiones, y la hostilidad de parte de la sociedad vasca
obligó a su familia a marcharse del País Vasco. En 2006, dos de sus asesinos,
Valentín Lasarte y el tristemente famoso Francisco Javier García Gaztelu, alias
Txapote, autor de decenas de crímenes, entre otros los de Fernando Buesa,
Fernando Múgica y Miguel Ángel Blanco, fueron juzgados y condenados.
Todos los años, en el aniversario de
su asesinato, familiares, amigos y ciudadanos anónimos se desplazan al
cementerio de Polloe y a los jardines madrileños que llevan su nombre para
honrarle. Desde la Fundación Gregorio Ordóñez, fundada en diciembre de 1995 en
San Sebastián, su viuda, Ana Iríbar y su hermana, Consuelo Ordóñez, a través de
debates, premios y otras actividades relacionadas con la lucha contra el
terrorismo, trabajan incansablemente para mantener viva su obra y su memoria.
(Real Academia de la Historia)
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