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jueves, 21 de febrero de 2019

Febrero2019/Miscelánea. EL PASO POR TERUEL DE SAN VICENTE MÁRTIR


EL PASO POR TERUEL DE SAN VICENTE MÁRTIR Y SAN VALERO
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Leyenda de Jaime Caruana y Gómez de Barreda***
Publicada en Teruel, en el año 1965, siendo director de la Biblioteca Pública y profesor del instituto Ibáñez Martín.
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San Valero y San Vicente
La Puebla de Valverde
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Desde Roma, capital del orbe entonces conocido, lanzó el emperador Diocleciano la orden de apresar a todos los cabezas y jefes de la Iglesia Cristiana, dando comienzo con ello a una de las persecuciones más crueles y sanguinarias que la Historia recuerda.
En virtud de esta orden fueron apresados entre otros muchos el anciano y bondadoso obispo de Zaragoza Valero con su diácono el joven Vicente.
Y hallándose en Valencia el Prefecto Daciano, encargado de hacer cumplir los edictos del Emperador, fueron llevados a esta ciudad levantina ante su presencia.
Esto ocurría por noviembre del año 303 de nuestra era.
Teruel, situada exactamente en la mitad del camino entre Zaragoza y Valencia, conserva la tradición y el recuerdo del paso de estos dos santos por su tierra.
Según es tradicional, existía entonces –por donde se encuentra hoy el convento de las Clarisas- una torre. Era sin dudad una construcción que servía de atalaya y vigilancia sobre la vía romana y, a la vez, de lugar de descanso para los correos y los viajeros que, marchando de una a otra de estas ciudades, recorrían su largo trazado.
Y es tradicional que en aquella torre descansaron Valero y Vicente tras la penosa y dura jornada del día.
Acaso, entumecidos y aterridos por el frío intenso de estas tierras, que en los finales de noviembre es ya riguroso, arrojados a alguna lóbrega mazmorra de aquella torre, oraron antes de entregarse al descanso.
Pero el áspero y frío terruño de Teruel otorgó reposo a los fatigados cuerpos de aquellos dos venerables Santos. Acaso el último descanso que en la tierra tuvo el cuerpo del mártir Vicente.
Porque es bien sabido que Vicente ante Daciano habló briosamente defendiendo la fe de Cristo, y tanto molestó al cruel prefecto la cálida y encendida palabra de Vicente, que ordenó someterle a tormento.
La rueda crudelísima. El potro que distendía su atlético cuerpo mientras uñas y garfios metálicos rehundían en su carne y le desgarraban profundamente con horribles dolores. El flagelo aplicado con la brutalidad de quienes no consiguen doblegar a un alma recia. Y en fin los tormentos más variados se le aplicaron en vano.
El Santo Vicente sufría los atroces dolores sin queja  y afirmaba que sus verdugos podrían destrozar su cuerpo, podrían quitarle la vida entre tormentos, pero jamás podrían quitarle a su Dios, que, según decía con pleno convencimiento, se encontraba en el interior de él.
Daciano, exasperado, ordenó someterlo al último grado de tormento y el cuerpo de San Vicente, el mártir, desgarrado y sangrante, fue colocado sobre la parrilla incandescente de carbones y hierros al rojo, sin que el Santo se doblegara ante el nuevo suplicio.
Cansados los verdugos ante fortaleza tan extraordinaria, arrojaron el cuerpo del mártir a un calabozo.
Un testigo que vio este lugar afirma que era una prisión lóbrega, a donde jamás llegó la luz del sol, donde las tinieblas eran eternas y pavorosas. El suelo de la mazmorra estaba de intento formado por montañas de cascotes cerámicos y piedras de aristas agudísimas para que se clavaran en las carnes del desgraciado que allí fuera arrojado sin permitirle descanso alguno.
El Santo diácono Vicente sufrió con entereza aquella nueva tortura y como es sabido exhaló su último suspiro cuando su cuerpo lacerado y destrozado fue depositado en un lecho de fragantes rosas el 22 de enero del año 304 de Cristo.
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***DOCTOR EN FILOSOFÍA Y LETRAS – ARCHIVERO, BIBLIOTECARIO Y ARQUEÓLOGO – PROFESOR NUMERARIO DEL INSTITUTO (IBÁÑEZ MARTÍN) – ACADÉMICO C. DE LAS REALES ACADEMIAS DE LA HISTORIA Y SAN FERNANDO – CRONISTA DE TERUEL. A su vez, fue el padre de Jaime Caruana Lacorte que nació, el 14 de marzo de 1952 en Valencia y fue Gobernador del Banco de España entre julio del 2000 y julio del 2006
El Poyo de San Vicente Mártir en Bueña
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