Libros es conocido a nivel general
por dos cosas básicamente, una, es la famosa Peña del Cid junto al río Turia,
la otra, sus minas de azufre en dirección a Riodeva. La Peña del Cid es un topónimo
que se ha conservado ininterrumpidamente desde, al menos, el siglo XIII y que
en la actualidad alberga, a sus faldas bañadas por el río, un remanso de paz y
sosiego en la tortuosa carretera que te lleva al Rincón de Ademuz.
La población que tras su
conquista se convirtió en encomienda del Temple, pasó pronto a Villel. Quizás
por esta razón no son muchos los datos de población que se poseen a lo largo de
su historia. Ahora es uno de tantos municipios en estado regresivo. Este año se
ha cerrado la escuela y eso marca mucho en la vida del pueblo. El último censo
de población 2013 arroja 137 habitantes que como en casi todos los pueblos y en invierno apenas llegan a la mitad.
La calle mayor del pueblo la
define la carretera, en ella está también el Ayuntamiento y apenas a unos pasos,
la iglesia. Tres filas lo definen, como tres rayas que pasan dibujado entre altas y resquebrajadas rocas
historias de un pasado singular de contrabandos y minas. La primera línea de perfil
son las casas alineadas dentro casi de la cuneta de la carretera, casi metidas
en la calzada, como buscando un espacio abierto. Las otras dos, paralelas, son:
el río Turia y la propia carretera. En este escueto paseo encallejonado, el río
ha dibujado una mínima huerta y una alameda de entretenido encanto rota, en
parte, por un monstruoso e inútil pabellón municipal.
Tiene este pueblo un espacio por
ganar en el mundo del ocio y del descanso veraniego dibujando, en sus montañas,
en su siempre verde valle y en sus hermosas barranqueras, senderos que anhela
recorrer ya el caminante ansioso de descubrir nuevas bellezas en esta tierra
ignota.
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