PLAZA DE LOS AMANTES
(Charrada con la patrona de Teruel)
(Charrada con la patrona de Teruel)
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L´otro día vi correr,
ablentada como parva
por el portal de Valencia,
a Emerenciana "la Galga".
¿Ánde vaaas? -le pregunté,
que paices destalentada
arremangadas las saya
y pegando esas zancadas.
¡Ay maño! ¿lo pues creer?
Ya m´han jodido otra plaza,
pues, aunqués mu chiquitica,
l´han dejau pa nido garzas.
Las escaleras te llevan
hasta la puerta de un bar,
pues para ver a las momias
dos copas has de llevar.
Según subes la escalera,
a la derecha veras
la Gran Muralla de China
pero, recrecida aún más.
Luego que baja la calle
llamada Tras el Mercau,
han preparado un chandrío
que te deja acojonau.
Hay un portal de viviendas
sin que rampa le hayan dau
y, bajo las escaleras,
dos perros ya se han cagau.
Si la torre de San Pedro
no la recrecemos más,
habrá que calzarse zancos
para poderla mirar.
Los adoquines del suelo
y la fuente del frontal,
son de un color tan espeso
que no dejan alentar.
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Los esturraces de piedra
descargan a mogollón,
pa convertir la placeta
en tumba de faraón.
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Este fajo de repropios
me dejó caer Menciana,
al pasar el viaducto,
de este otoño, una
mañana.
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Mira qu´eres
alcahueta,
mira qu´eres orgullosa.
Si no sujetas la
lengua
te tendrán por
pretenciosa.
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Pues, plaza tan singular
y rincón tan armonioso,
imposible es de encontrar
si no es de LI-NA-ZA-RO-SO.
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Entre la calle Matías Abad y la
calle Tras el Mercado se abrió un espacio, tras la Guerra Civil (36-39), al que
los turolenses le llamaron inmediatamente: PLAZA DE LOS AMANTES. Se trataba,
pues, de INTEGRAR dicho espacio en el conjunto amantista, teniendo además en
cuenta la existencia de la Torre (mudéjar) de San Pedro. No se ha acertado y la
Plaza y Los Amantes han quedado a espaldas una, de los otros. Eso es lo que no
entienden los turolenses y, tampoco entienden, la torpeza de unos políticos que
presumen de turolensismo sin saber lo que llevan entre manos. Otra cosa es la
desafortunada elección de materiales, tan duros y poco sostenibles. Ni los
políticos, ni la Comisión de Patrimonio, se han enterado de nada. ¡PENOSO!
Luego les molesta que se critique pero, cuando se aportan ideas, no hacen caso
a nadie y se cierran en un tufo de soberbia y suficiencia. El mal está hecho
pero, hay un consuelo, creo que quedan en la capital pocas plazas más para fastidiar.
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