Estos, Fabián, ¡ay
dolor!, que ves ahora
paretones de hiedra, musgo
ajado,
en tiempos fue, jardín de Montemuzo.
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EL JARDÍN
Frente al palacio, tras atravesar
la puerta con arco de piedra, se encuentra el jardín que fuera de los marqueses
de Montemuzo. Lugar de recreo para los señores pero, también, lavadero para las
criadas. De la magnificencia de otros tiempos queda un pabellón de madera con
pajarera y un cedro del Atlas catalogado. Los caminos cubiertos, ahora, de
hojas otoñales, nos conducen a los membrilleros y a los kakis ya en su justa madurez.
Es un jardín que nos retrotrae a la época romántica y a un tiempo en que el
reloj todavía permanece parado junto a un gato que dormita al calor de los últimos
rayos de sol en la tarde de otoño. En la celosía que forman las ramas de los árboles,
ya desnudos, se dibuja la esbelta torre
mudéjar de la iglesia. El conjunto en relación con la casa-palacio no es muy
grande, sin embargo, si lo suficiente para que hoy día tenga un uso y disfrute
muy holgado. Tras visitar el jardín pasamos a la casa- palacio, un edificio
monumental que veremos en próximos capítulos.
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Cedro, catalogado como árbol monumental, originario del Atlas.
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Vista del placio del marques de Montemuzo desde el jardín.
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Fotografia desde el palacio.
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