LA “DESCARTOGRAFÍA” DE TERUEL
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Los autores del libro, posiblemente, hayan
acertado al hacer este estudio de la provincia de Teruel. Tal como avanzaba la
charla daba la impresión de estar ante un fenómeno programado y de difícil reversibilidad. Se dice que ya en la Edad Media el que
ocupaba el cargo de Juez de Teruel, al año siguiente se bajaba a vivir al
barrio de Roteros de Valencia. Si el Juez de Teruel ganaba un sueldo al día,
terminada su legislatura, cogía sus 365 sueldos ahorrados y se iba al Reino. La
expresión “bajarse al reino” resume mejor que cualquier tratado lo que estamos
tratando de explicar. También lo supo explicar maravillosamente Vicente Blasco
Ibáñez cuyo padre era de Aguilar del Alfambra y la madre de Calatayud. Pero la
gran emigración turolense se produjo en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Entonces se acuñó la frase: “El último (en marcharse) que apague la luz”. Días
pasados acudimos, también en Zaragoza, a la manifestación en defensa del
ferrocarril, un medio de comunicación que atraviesa toda una zona desértica de la provincia y que le origina problemas de viabilidad. Todo indica que el fenómeno de la despoblación persiste, más lento
que en otras épocas, pero persiste. También es verdad que en muchos lugares no
queda nadie, la luz se ha apagado sin que llegase este adelanto de la técnica
moderna. La primera fotografía tiene un significado profundo, un cesto cuelga
de una cuerda sobre la puerta de las cuadras: es como si el tiempo se hubiera
detenido para siempre. Es aconsejable la lectura del libro para toda persona
que no sea turolense o carezca de sensibilidad. Para un turolense, que ame su
tierra, posiblemente el alma se le desgarre y todavía más si es emigrante y lo
lee desde la lejanía de su nueva cultura urbana. El libro, desde luego no es
una novela, pero llega a emocionar desde la primera hasta la última fotografía,
desde la primera hasta la última página.
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