BICICLETAS POR UN TUBO
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Sólo me falta ver a la Virgen del Pilar en
bicicleta por el Tubo zaragozano. Y es que, estos vehículos, se han hecho los
verdaderos amos de las aceras zaragozanas convirtiéndose, con su actitud
anárquica, en una pesadilla para el peatón. Cuando al ciclista le interesa
circula por la acera más, si quiere y le apetece, entonces circula por el “carril
bici”. No obstante, ante un semáforo optará por ser peatón y pasar por el paso
de cebra (eso sí, montado) o por el contrario, se apuntará a ser vehículo y
circulará por la calzada. Tienen tomada la ciudad a su medida y circulan por
donde se les antoja haciendo diagonales en las que por momentos son peatones y
por momentos vehículos. Seguros como están de ser los dueños absolutos de la
calle, pues lo garantiza el negocio del alquiler apadrinado por el Ayuntamiento,
convierten un paseo, antes agradable, en una tortura. El peatón tiene que
circular con espejo retrovisor, pues en cualquier variación de su trayectoria
pude ser interferida por el ciclista que viene lanzado. Ya hemos tenido varios
sustos y dos atropellos en lo que va de mes. Los niños pequeños y los carritos
de bebe son buenas dianas para los velocípedos. No cabe duda que una bicicleta
facilita la movilidad y es más económica y , sobre todo ecológica (valores que
no se discuten), pero los ciclistas deben andar con cuidado. No digo respetar
las normas, pues el Ayuntamiento no les ha puesto ninguna, pero no estará de más el circular por el
carril cuando esté pintado y, cuando no hay carril bici, usar la calzada, pues
son vehículos. El negocio no lo justifica todo.
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Zaragoza es una ciudad muy adelantada a su tiempo pues ha construido muchos parque en los que sólo se ven perros.
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La bicicleta es la dueña de la calzada.
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