EL PARQUE GRANDE
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La ciudad ha ido poniendo en las calles de
este parque los monumentos a sus hombres más céleres, estatuas que adornan sus
aseados paseos vegetales. Los criterios han sido poco homogéneos en el tiempo
por lo que lo mismo colocan la estatua de un filósofo junto a la de un
titiritero, sin solución de continuidad. Refleja el parque y lo refleja también
la ciudad, huérfana en el gusto por el arte en los dos últimos siglos, la falta
de una burguesía contemporánea ilustrada. Podremos un ejemplo aclaratorio: el
referente de Barcelona es El Liceo y el de Zaragoza el Oasis. Zaragoza ha
tenido en los siglos XIX y XX una burguesía agraria sustentada en el cultivo de
la remolacha y la producción de azúcar. El parque ha sido el espejo de la
ciudad durante casi un siglo y aún quiere serlo. Sin embargo, este espacio
recreativo, en proporción a la ciudad,
se está quedado pequeño y tiene ya más vocación de barrio que de su original
ímpetu.
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