Buena parte de nuestra provincia ha nacido,
ha crecido, ha ido a la escuela y ha realizado sus labores del campo viendo
pasar el Chispa. El Central de Aragón fue la última aspiración decimonónica de
los turolenses del valle del Jiloca y de las estribaciones de Gúdar y
Javalambre. Llegó a Teruel en 1901 y se puso en funcionamiento, en su trazado
completo, en los siguientes años. Nos hemos acostumbrado a ver pasar el tren y
queremos seguir viéndolo pasar, a toda costa. Queremos ver descansar sus relucientes máquinas en las
huertas del conde de la Florida y queremos ver su jadeante ritmo de subida al
puerto de Escandón. Son nuestras sensaciones y forma, el tren, parte de nuestro
ser y de nuestro paisaje. Pero… el tren es caro, dicen. El tren es deficitario... apostillan. Nosotros no nos lo creemos.
Los argumentos que se dan están mediatizados
por una política de comunicaciones ferroviarias totalmente decantadas a favor
de los catalanes. Veamos si no. Por Teruel pasaba el expreso Sol de Levante
procedente del País vasco. No hace falta ser muy inteligente para ver que si
todos los tráficos ferroviarios que se generan en el País Vasco y Zaragoza
pasasen por Teruel la vía estaría arreglada y los trenes serían rentables en el
conjunto de la línea. Valencia es la
tercera población española y Zaragoza es la quinta, lógicamente entre ambas
tiene que haber un importante tráfico de
pasajeros y mercancías. Sin embargo, nadie pasa por Teruel. La razón fundamental es que se
desvían los convoyes ferroviarios por Tarragona y luego bajan por Castellón hasta
Valencia y Alicante. Si se ha hecho un Ave Madrid-Valencia y otro Madrid-Alicante es por
su potencial turístico. Una buena parte del turismo de playa del norte peninsular
veranea en Valencia y Alicante… ¡pero
pasando por Cataluña! Cuanto peor esté esta línea mejor para Cataluña, así
se justifica su desmantelamiento. ¡Qué casualidad que las vías de comunicación
ajenas a ese territorio, tengan que pasar por Cataluña! Es de admirar que desde
el País Vasco, Castilla y León o Asturias, para ir a Alicante, haya que pasar
por Cataluña. Todo esto unido a que no quieren ni oír hablar de la apertura del
Canfranc, tenemos el panorama dibujado. Un panorama en el que le Gobierno
Central está sobrecogido por la amenaza de independencia de los catalanes.
Amenaza que como bien se puede ver es un tremendo farol, pues los catalanes
viven gracias a España. Cataluña se ha convertido en la puerta de Europa y esa es su baza:
aniquilar las comunicaciones que le hagan competencia. A nuestro tren hace tiempo
que lo tienen sentenciado los catalanes.
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