Gráfica tomada del DDT (29/01/2016)
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EL JAMÓN DE TERUEL,
AHORA Y SIEMPRE
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(¿Es suficiente castigo, la perdida de ventas de 525.317 (más de medio
millón) jamones (D.O.) en siete años?)
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El Jamón de Teruel D.O. siempre
es motivo de atención en los medios de comunicación y de preocupación en la
sociedad turolense. Tanto es así que, esta actividad, es una pieza esencial en
el PIB de la economía provincial. Llevamos una larga trayectoria con el tema
del jamón judicializado y a algunos ya les parece que a este asunto habría que
darle carpetazo. Se trataría de hacer borrón
y cuenta nueva. De ahora en adelante reescribiríamos la historia del Jamón
de Teruel con nuevas tintas y colores. Sin embargo, para otra mucha gente, las
cosas deben quedar meridianamente claras y no dar un paso adelante hasta que
las responsabilidades estén bien definidas y “sentenciadas”.
Para comprender el verdadero
significado de lo que representa el Jamón de Teruel hay que decir que este
exquisito y elaborado producto es el resultado de una larga trayectoria histórica
del pueblo turolense. Cada casa criaba un par de cerdos, al menos, que luego
secaba con cuidado y esmero: prensar, sacar la gota, salar… y controlar día a
día hasta que el producto quedaba perfecto. Con el tiempo, el jamón fue
cogiendo importancia (fama) y muchas gentes de los pueblos salaban, no sólo
para ellos, sino que recibían encargos y de esta manera llegaban a secar 20 o
treinta piezas. La clientela era fija y acudían a tal o cual persona de un
pueblo por la confianza extrema que en ella tenían. Los perniles en esta época, si te salían “malos” te los cambiaban, aunque todo hay que decirlo, era raro
que se desperdiciara una pieza… así nos lo relataba un vecino de Corbalán.
El Jamón de Teruel, no hay duda
alguna, es patrimonio de nuestros antepadasos y la base y razón fundamental de
que el producto tenga hoy un prestigio y una base económica. Por ello, el
cuidado que debe tenerse con el proceso y desarrollo de esta marca, que es marca y
señal de toda una provincia, es extremo. Por todo ello, cuando surgió la
judicialización del Jamón de Teruel, la provincia sintió que el corazón le daba
un vuelco. Alguien estaba jugando, no solo con la calidad de un producto, sino
con todo un legado histórico incardinado en la más honda raíz cultural de
nuestro pueblo.
La crisis del Jamón de Teruel ha
supuesto pasar de vender 743.738 jamones en el año 2008 a 218.421 en el año
2015. Una perdida de mercado de 525.317 perniles. El golpe ha sido demoledor y
el proceso para remontar esta situación, estando todavía el tema subjúdice, es y será durante un tiempo,
incierto.
A estas alturas y por lo que
conocemos a través de los medios de comunicación la situación se centra en tres
aspectos:
- Fraude en la
calidad del Jamón de Teruel (D.O.)
- Fraude de ley en la
concesión de subvenciones y ayudas a la D.O Jamón de Teruel.
- Fraude en las
cuentas del Consejo de la D.O. Jamón de Teruel.
La situación actual, estando el
tema todavía en fase de instrucción, se resume en que el Fiscal viene a decir.
Pongamos fin al asunto, pues ya se ha producido suficiente daño al sector, un sector
del que dependen muchos trabajadores y parte de la economía turolense. Por el
contrario otros piensan que, si no se “depuran” responsabilidades personales volverán a las andadas pues, esta vez
nos ha salido gratis total. Es importante la posición del fiscal, pues es pieza
clave en el proceso.
Nosotros, a tenor de lo señalado
arriba, estamos en la posición del juez. La justicia debe poner fin al asunto y
determinar claramente las responsabilidades a que cada uno debe atenerse. Todo
en aras de una nueva era en que el Jamón de Teruel (D.O.) vuelva a tener el prestigio
que perdió. Prestigio que dudamos vuelva a recuperar a corto plazo viendo en la genrosas manos en las que ha caído este singular producto, tan turolense.
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