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Utopía se deriva del latín Uhtopus. La política, del latín
politicus y ésta del griego antiguo πολιτικός, trata del gobierno de la ciudad.
Democracia, gobierno «de la
multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles. Las tres palabras
tienen un origen antiguo y plena vigencia. La Utopía, cuya referencia más
cierta la tenemos los ciudadanos en la obra de Thomas More, es para nosotros todavía un sueño pero, un sueño
(relativo) alcanzable en un futuro no muy lejano. La Utopía la ciframos hoy día
en la lucha por lograr la dignidad del hombre haciéndolo titular de los
derechos básicos mediante el acceso libre y paritario a los bienes
fundamentales (tanto materiales, como inmateriales). La medicina (lucha contra el jinete
de al peste). La paz (erradicación del jinete
de la guerra). El hambre (la lucha para lograr un justo reparto de la
riqueza. Pero, acabar con la muerte (inmortalidad), constituye una utopía
irrealizable pues ésta es consustancial a nuestra naturaleza efímera. Para
lograr (siquiera sea parcialmente) la Utopía es necesaria la Política y ésta, a
su vez, se tiene que sustentar en la Democracia.
La política es un quehacer
ordenado al bien común. El deseo de entrar en política debe nacer de una
actitud moral encaminada al gobierno, al buen entendimiento y a la resolución
de los conflictos que surgen entre las personas. Pero, la política, es sobre
todo praxis. Al alcance del político están todos los resortes necesarios para
lograr la meta que la ideología, que la utopía que lo sustenta, le señala. Pero para alcanzar
ese poder mediante el cual llevar a cabo la transformación de la sociedad, se
desarrolla una lucha abierta entre los distintos contendientes que alcanza su
mayor virulencia en periodo electoral. Las elecciones son el momento supremo del político y del éxito en las mismas depende el futuro inmediato y la consolidación de la estructura de poder, de cara
al futuro. Por ello, en periodo electoral es preciso no perder los nervios. Dos
errores puede cometer el político en los momentos cruciales de una campaña
electoral: las promesas falsa y el endeudamiento del partido. Las falsas
promesas llevan al descrédito y posiblemente a la perdida del poder o a la
crisis del partido. Por el contrario, el endeudamiento (más carteles, más
propaganda, más televisión, más público en los mítines… etc.) conlleva luego
recuperar ese dinero mediante cesiones a los poderes fácticos (la banca), a empresas o a
particulares… en definitiva a la corrupción rampante que vemos a diario explícitamente
plasmada en los medios de comunicación.
En tertulias, en debates, en la
comunión del niño, en las bodas y, hasta en los funerales, una de las frases
más manidas pero, sin embargo, más aplaudida es aquella que dice: “Mientes más
que un político”. Pero, si el político está en campaña, entonces la mentira se
hace omnipresente en todas las esquinas del papel que sostiene su discurso.
¡Con lo sencillo que es decir la verdad! Efectivamente, lo razonable es decir
la verdad pero, si decirla te quita votos, entonces…. entonces… mejor una
mentira piadosa. El político parte de un principio incuestionable, tal es aquel
que tiene por cierto que su adversario también mentirá con el objeto de ser más
atractivo que él y quitarle los votos. Si tenemos en cuenta lo señalado
anteriormente, podemos intuir, ya desde muy temprano quién vale para político y
quién no. Un profesional que empieza su trabajo y quiere hacer carrera
política, apuntará maneras, a la primera de cambio. Veamos dos ejemplos:
En esta primera ocasión el político sabía, porque maneja información que no tenía el ciudadano de a pie, que la azucarera de Santa Eulalia se iba a cerrar, sin embargo creaba falsas expectativas, es decir, engaña.
Ahora sabemos, porque la sociedad ha desarrollado más y mejor los medios de comunicación, sobre todo Internet, que el carbón de Teruel tiene los días contados. Hoy ya no pueden mentirnos y en ese aspecto, las esperanzas sobre el carbón están rotas. Al político le hemos ganado la partida porque tenemos la misma información que él. De lo contrario nos mentiría como en el caso de la azucarera de Santa Eulalia.
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Segundo caso. Se trata de mandar mensajes interesados. Dice que hay unas perspectivas inmejorables sobre el conejo para que el inversor entre en ese negocio. Mientras él, muy sagazmente, lo hace en el del Jamón. El Jamón tiene además la ventaja de recibir abundantes ayudas públicas por ser una D. de O. y estar protegida. También se dice que: "saber antes, es saber más."
Cuando los intereses particulares priman sobre los generales se está prostituyendo el noble oficio de la política.
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